Los movimientos y relevos en las élites políticas en las democracias se dan justo como resultado de las competencias por los cargos en disputa por los partidos políticos. La decisión de la ciudadanía al emitir su voto refrenda, niega o modifica el sentido de los gobiernos. Sin embargo, la continuidad se anuncia luego de los comicios presidenciales que en semanas recientes se han dado en Bolivia, Brasil y Uruguay. Esto por una parte.
Por otra parte la política exterior, el comercio internacional, el surgimiento y creación de bloques regionales y geopolíticos también representan consecuencias directas de los resultados para elegir, en este caso, al presidente que conducirá el destino del país para los siguientes cuatro años.
Cabe recordar que todas las naciones latinoamericanas con prácticas de democracia liberal cuentan con un régimen político presidencialista y que para el análisis se trata de una variable determinante para establecer, sobre todo, comparaciones.
Para México los resultados son muy importantes. No obstante la pérdida de sentido en nuestra política exterior, las consecuencias de los triunfos de Evo Morales, Dilma Rousseff y muy probablemente Tabaré Vázquez (la segunda vuelta en Uruguay se realizara el 30 de noviembre), implican en sí mismos la continuidad de las principales líneas en materia geopolítica y geoeconómica en la región.
Incluso Evo Morales, quien impondrá una marca histórica de estabilidad en su país, pues alcanzará los doce años como presidente, expresó que México (su gobierno) “es un lacayo de Estados Unidos”, declaración hecha a los pocos días de haber ratificado su triunfo, que no mereció de nuestra parte ni un boletín de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En fin.
Por cuanto al apretado triunfo de la candidata del Partido del Trabajo en Brasil, también representa una marca histórica para la democracia de su país, pues un mismo partido logrará gobernar por 16 años consecutivos. Los sectores conservadores, como son los inversionistas y los sectores financieros, reaccionaron con dureza al día siguiente de su victoria y saludaron a Rousseff con una pequeña devaluación del real y una pérdida de 2.5% en la Bolsa de Valores de São Paulo. El mensaje es claro: retomar el impulso para favorecer el mercado externo de la industria brasileña, a la vez que fomentar el consumo interno.
Repliegue
En Uruguay, no obstante el prestigio internacional de José Mújica, al interior de su país no parece ser tan apreciado. El aspirante de su partido Frente Amplio y anterior presidente, Tabaré Vázquez, dado que en ese país no existe la posibilidad de la reelección consecutiva para dicho cargo, ha enfrentado severas críticas a las condiciones económicas con las que termina la administración. También las presiones van orientadas hacia el fortalecimiento y dinamización de la economía, lo que significa una mayor integración y participación en los mercados regionales.
Para México, de no haber un diseño diplomático viable para ser aplicado hacia Latinoamérica y en particular hacia Sudamérica, el proceso de aislamiento y la profundización del distanciamiento político irán en aumento. Y eso no se resuelve poniendo un notable acento, como hasta ahora, en las relaciones comerciales: a todas luces habrá una continuidad en la conducción de los gobiernos en Bolivia, Brasil y Uruguay, lo que es también un indicio en la continuidad de procesos de integración regional.
México no debe persistir en su repliegue latinoamericano.