EFECTOS DE CORTO Y MEDIANO PLAZO DESDE AFGANISTÁN

“Será muy importante la observación crítica de los organismos multilaterales, así como de la opinión pública mundial”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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El 6 de enero de 2012, hace poco menos de diez años, el profesor John M. Owen, de la Universidad de Virginia, especializado en política internacional en el siglo XXI, publicó un interesante artículo en el New York Times intitulado Por qué el islamismo está ganando. Este premonitorio título a propósito de la vuelta del Talibán al gobierno de Afganistán centra su argumento en que dicha religión y seguidores alimentan su rechazo a “Occidente” debido a un sentimiento de humillación generado a través de siglos por las potencias capitalistas.

Las escenas en Kabul o Jalalabad, entre otras ciudades, demuestran que salvo los fusiles de asalto y repetición la exhibición de un armamento potente y con posibilidades de imponerse al ahora inexistente Ejército afgano, entrenado y pertrechado por Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), traerá un obvio repunte en la región, donde hay otras formaciones radicales que ya manifestaron su desacuerdo con la toma del poder de esta antigua estructura miliciana que es el Talibán.

El punto crítico, señalado incluso por países de la región, es la forma en que las mujeres pueden perder sus libertades, dejar de asistir a la escuela, desde luego cesar de trabajar y otras garantías que eran parte cotidiana en la mayor parte del país.

Los matrimonios forzados —práctica anacrónica y deplorable— pueden volver y con ello la violencia machista. Por eso será muy importante la observación crítica de los organismos multilaterales, así como de la opinión pública mundial, para evitar una precipitada regresión en los derechos de las niñas y mujeres de aquel país.

Gestión

Sin duda, el principal reto para el Talibán, será recuperar una relativa normalidad en el menor tiempo posible. La producción y distribución de alimentos, volver en lo aceptable a las oficinas, mercados, escuelas, así como desde luego preservar las condiciones de seguridad pública. Este último punto es muy relevante, puesto que por la violencia crónica que ha vivido el país hay zonas, sobre todo las próximas a la frontera montañosa con Pakistán, que se ven agobiadas debido a que es una parte de la geografía donde se concentra la producción de opio: Afganistán ocupa el primer lugar, seguido de Myanmar y en el tercer puesto por nuestro país.

Será crucial distinguir y perseguir desde el nuevo gobierno las actividades del narcotráfico para que no se siga generando la certeza o confirmando en los hechos que hay una peligrosa mezcla de radicalismo religioso, tráfico de drogas y estructuras administrativas públicas, las tres variables hasta ahora articuladas en torno del Talibán. No obstante, en caso negativo la violencia se puede profundizar y con ello aumentar las presiones para que, como sucedió y sucede en el caso de Siria, cientos de miles de personas decidan migrar, sobre todo con destino a Europa.

La gestión política del país en las siguientes semanas será crucial para definir prioridades y la forma en que se alcanzarán metas. No menos relevante será la asistencia que la comunidad internacional y los países fronterizos puedan aportar, sobre todo, como se apuntó en la entrega anterior, China e Irán.

México, desde su posición en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, puede cumplir un papel visible y de solidaridad con la situación afgana, además de los ofrecimientos que ya se han formulado para dar asilo, sobre todo, a mujeres y niñas.