EL CAMBIO CLIMÁTICO COMO ANTAGONISMO AL ESTADO

“A todos sin excepción conviene encontrar soluciones”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Por supuesto que el calentamiento global también es un grave problema para la sociedad, por lo que a raíz de la celebración de la COP26 en Glasgow los países representados llegaron a dos acuerdos. El primero, iniciar una intensa campaña de reforestación en el mundo; y el segundo, aplicar medidas más efectivas para evitar que el monóxido de carbono persista en la atmósfera.

De acuerdo con los datos proporcionados por Naciones Unidas para fines de este siglo la mitad de todas las especies que habitan el planeta se encontrará en riesgo.

Aunque sea una obviedad, hay que repetirlo: la Tierra es una unidad. Conservarla es una responsabilidad de los gobiernos, pero sobre todo de aquellos que más contaminan. Pero también nosotros tenemos una enorme tarea por delante, que es modificar de fondo los patrones de consumo.

Se calcula que se arrojan al mar todos los días un billón de toneladas de desperdicios. Como sabemos, el agente más importante para la producción de oxígeno en el mundo son los océanos. De seguir con ese ritmo dicha aportación se verá muy disminuida y con ello la viabilidad del planeta en su conjunto.

Un tema aparte, pero que no se abordó en la COP26, es el creciente desplazamiento de millones de personas como consecuencia del deshielo en los polos, sequías prolongadas y, desde luego, la violencia.

Esas personas que buscan salvar la vida requieren educación, vivienda, transporte y en general una adecuada calidad de vida. Sin embargo, poco se avanza en este pendiente y las condiciones de desesperación aumentarán. Ahí tenemos las caravanas de migrantes que proceden del Caribe y Centroamérica, que buscan llegar a Estados Unidos transitando por nuestro territorio.

Presiones

A decir de los expertos reunidos en Escocia estamos muy cerca de un punto de “no retorno”, es decir, de que las afectaciones que le hemos hecho a la Tierra pronto sean irreversibles.

Resulta sustancial tomarse con toda seriedad los retos que se nos presentan. Los ecosistemas cada vez más vulnerables, la escasez de agua crónica incluso en varias partes de México, deben ser motivo para la confección de programas y políticas viables, pero sobre todo amigables con el medio ambiente.

El calentamiento global como antagonismo para los Estados y las sociedades es algo que incluye a todos, sin excepción. Los daños provocados al medio ambiente no conocen de fronteras ni mucho menos. Requieren de un tratamiento global, como se planteó en Glasgow no obstante las diferencias entre las delegaciones, principalmente en lo que hace a las responsabilidades en la emisión del monóxido de carbono. Las recriminaciones entre China, la Unión Europea y Estados Unidos caracterizaron esta parte del encuentro.

A todos sin excepción conviene encontrar soluciones y procesos de restablecimiento de los equilibrios ambientales. Como se apuntó, el tiempo es poco y las presiones son crecientes. México debe tomar un papel protagónico y propositivo a partir de su vasta riqueza natural y su ubicación geográfica. La biodiversidad de nuestro país le convierte en un actor central, situación que debemos canalizar para estar en las mejores condiciones de cooperación.

Los esfuerzos desplegados hasta ahora, si bien importantes, no son los necesarios, sobre todo en lo que corresponde a la inversión en ciencia y tecnología con fines de protección ambiental. Es deseable avanzar por esa ruta.