EL DISCURSO SOBRE EL ESTADO DE LA UNIÓN

“Se puede pensar diferente en el marco de la civilidad”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Equivalente al informe presidencial de México, el State of the Union es un mensaje a propósito de las metas y retos que el presidente de Estados Unidos en turno da a conocer ante el Congreso, la Corte Suprema e invitados especiales.

A diferencia de nuestras reglas políticas, no hay por lo común cifras o referencias a estadísticas para demostrar los avances a propósito de una política pública o de un programa determinado. En este caso, Joseph Biden pronunció en poco menos de una hora y 15 minutos su discurso ante una Cámara de Representantes dominada por el Partido Republicano (opositor) como consecuencia de los comicios de noviembre del año pasado.

Sin embargo, la ceremonia se desarrolló sin mayores sobresaltos. Las respuestas de los adversarios, si bien firmes y argumentadas, nunca pasaron los límites de la tolerancia y la convivencia. Se trató, para todo efecto, de un evento que atempera la creciente crispación política que se vive en ese país, auspiciada sobre todo por el expresidente Donald Trump y sus seguidores.

Demostrar que se puede pensar diferente pero en el marco de la civilidad y el intercambio de argumentos es, sin duda, la principal conclusión que puede extraerse de dicha ceremonia frente al inicio de la contienda por la Presidencia en EU. En el balance de las fuerzas que agrupa el conservadurismo fue, a todas luces, una derrota para la tendencia que encabeza Trump.

Así, el evento del martes 7 fue escenario más que propicio para que Biden emitiera una serie de afirmaciones y señalamientos que despejan dudas a propósito de si está en condiciones o no de contender, primero, por la candidatura del Partido Demócrata y, después, por un segundo mandato al frente de la Casa Blanca.

Precaria paz

De los planteamientos pronunciados destaca sobre todo el hecho de haber tendido la mano (expresión de analistas locales) a la oposición para alcanzar acuerdos que permitan al presidente desahogar y cumplir con tres de sus principales objetivos gubernamentales: calidad en la salud pública, estabilizar la economía luego de la pandemia y controlar la inflación, así como preservar la preponderancia militar estadunidense, sobre todo en el decidido apoyo logístico y armado a Ucrania ante la invasión de Rusia.

Este último y crucial tema será el que norme la política exterior y de defensa, además de notables implicaciones de carácter comercial y de alianzas con países que evidencien el respaldo al gobierno de Kiev. Esto se ve reafirmado ante la cuestión del denominado “globo espía” de China, que se detectó (demasiado tarde) a la mitad del territorio de EU. De inmediato fue derribado con las obvias protestas del gobierno de Pekín. De esa manera se ratifica lo que se planteó en el documento de política de defensa y seguridad nacional hace justo un año, donde de manera explícita se señala a Rusia y China como potencias regionales que ponen en riesgo los intereses de Washington y sus aliados en una determinada parte del mundo.

Debemos tomar en consideración que al momento de hacerse el planteamiento de la rivalidad georegional (inicios de febrero de 2022), aún no empezaba el conflicto entre Ucrania y Rusia, que por cierto el 24 de este mes cumplirá un año de haberse iniciado. No hay duda de que una vez concluido el periodo más frío del invierno seremos testigos de una renovada guerra, mucho más violenta y por tanto más peligrosa para la precaria paz mundial. De ahí que lo pronunciado por Biden adquiera, en ese contexto, una importancia para entender las dinámicas del poder mundial en los siguientes meses.