EL NUEVO GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS

Javier Oliva Posada
Columnas
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Aunque de manera formal ya pasó el primer requisito para llevarlo a juicio político y destitución, el presidente de Estados Unidos se alista para en los últimos días de su gestión contar con una red de protección política y judicial ante las muy posibles causas que se le vayan a dirigir a partir del 20 de este mes.

El insólito asalto al Capitolio y la larga serie de consecuencias, que van de la suspensión de las redes digitales personales de Donald Trump hasta fisuras notables en el Partido Republicano, aún nos deparan sorpresas a propósito de las aspiraciones políticas del futuro expresidente.

De las élites conservadoras no hay un solo líder, medio de comunicación u organización de peso que se identifique ni menos aún que defienda a Trump respecto de la forma en que azuzó y toleró la mayor afectación a la democracia de su país en toda su historia.

Será difícil presumir dicho acontecimiento en el haber de cualquiera de los participantes así como de su líder, que siendo el principal responsable de la conducción del país fomentó un asalto a la máxima representación social y política, como es la sede del Congreso.

En ese delicado contexto el próximo presidente Joseph Biden y su vicepresidenta Kamala Harris deberán restaurar en breve tanto el prestigio de las instituciones como la serenidad o profesionalismo en la toma de decisiones.

Bajo esa lógica los anuncios ya formalizados por la oficina del presidente electo en cuanto a los integrantes de su equipo en los sectores de defensa, seguridad e inteligencia envían un muy claro mensaje hacia adentro y hacia fuera del país, en el sentido de que la visión profesional será el signo distintivo de la administración. Y en particular para el gobierno del presidente López Obrador se debe considerar que establecer contacto con sus contrapartes, sobre todo civiles, exige de nuestro lado una mayor experiencia y, en lo posible, evitar las improvisaciones y ocurrencias en cuanto a la colaboración, cooperación e intercambio de información, sobre todo por lo que hace a la vertiente criminal del tráfico de drogas y armas.

Agenda

Desde la parte del gobierno mexicano deberá actuarse con mucho tiento ya que tanto el relevo en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana como la entrada de una nueva Legislatura desde luego que afectarán los criterios con los que se ha conducido la seguridad pública en el país.

Allí tenemos, por ejemplo, el Acuerdo del Consejo de Seguridad Nacional publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 14, que se refiere a las disposiciones generales que rigen la organización y funcionamiento del Grupo de Alto Nivel de Seguridad y del Grupo de Coordinación Operativa, firmado en primera instancia por el presidente de la República y los titulares de las secretarías consideradas en dicho acuerdo.

La agenda de intereses propios y la de intereses compartidos entre México y Estados Unidos deberá encauzarse bajo los nuevos lineamientos que el relevo en la Casa Blanca obliga. No solo por el muy notable cambio de la personalidad del nuevo habitante de la Casa Blanca sino también por la recuperación de la política multilateral y de cooperación con los países y organizaciones como la del Tratado del Atlántico Norte.

Para nuestro país, a partir del entendimiento con un profesional de la política como Joseph Biden, será más específica la agenda pero a la vez también más compleja.

Desde luego que el buen ánimo y la disposición contarán mucho pero también la precisión con que se creen o fortalezcan los protocolos de confianza. Sigue pendiente el grave episodio del extitular de la Defensa Nacional, donde las muestras de unilateralismo e imposición dañaron de fuerte manera la relación en los ámbitos de seguridad e inteligencia.