EL PÉNDULO IDEOLÓGICO DE LA DEMOCRACIA

“Se pretende relanzar las relaciones entre los países del continente”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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En particular me refiero a la situación prevaleciente en los países latinoamericanos. Hemos visto, por ejemplo, en lo que va del siglo XXI, cómo transitan personalidades auténticamente convencidas de las bondades de la democracia hasta mandatarios con claras inclinaciones a perpetuarse en el poder, negando así una de las características básicas de un sistema político que se basa en el equilibrio de poderes.

Ahora nos encontramos ante cambios inéditos hacia la izquierda en la región, como en el caso del todavía nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric. También este año habrá elecciones en las que se perfila por primera vez la posibilidad de que un candidato de izquierda llegue a gobernar Colombia. En Brasil el 2 de octubre hay comicios generales en donde hasta el momento las encuestas favorecen al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Las dinámicas políticas, electorales e ideológicas representan la natural competencia, primero por la disputa del poder y luego por la orientación ideológica que el grupo predominante pretende desarrollar como plan de gobierno.

Vemos los casos de contrastes, por ejemplo, en la región centroamericana, donde lo mismo conviven el presidente Eduardo Gimmattei, de Guatemala, ubicado en el espectro ideológico de su país como conservador, que el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, quien no obstante su juventud trae una importante experiencia política acumulada con la puesta en práctica de una programa de seguridad pública que genera polémica internacional.

Asimismo, en Sudamérica, desde la referida Colombia pasando por Venezuela, Perú, Ecuador, Argentina, Uruguay, Paraguay y hasta Brasil, difícilmente pueden encontrarse sintonías ideológicas.

Latinoamérica es una región que de forma constante organiza estructuras que pretenden acercar y construir agendas propias. Desde el Pacto de San José hasta la Alianza del Pacífico y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, mejor conocida como ALBA, la viabilidad de esas y otras estructuras de cooperación internacional dependen directamente de la voluntad política del gobernante en turno. De ahí que la continuidad sea particularmente débil.

Foro

México, como se acaba de observar en la primera gira a Centroamérica del presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene una reconocida trayectoria diplomática y de política exterior.

En un ambiente mundial crispado por la invasión de Rusia a Ucrania, como ya se ha señalado aquí, la geopolítica juega a favor de nuestro país. La cuestión radica en lo que el gran historiador y profesor emérito de la UNAM Edmundo O’Gorman denominaba con singular certeza “la conciencia histórica del territorio”, puesto que las positivas consecuencias de saber dónde estamos ubicados permite considerar los factores objetivos y con ello fortalecer la proyección de los intereses nacionales, como lo hacen en mayor o menor proporción todos los países.

En la próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en Los Ángeles en junio (en breve se sabrá la lista de países invitados y la postura que adoptará en consecuencia López Obrador), será un foro que evidenciará que no obstante las diferencias ideológicas se pretende relanzar las relaciones entre los países del continente y procurar en ese sentido abrir una nueva etapa.

Varios son los temas afines, destacando la migración forzada y el comercio. El contenido general de la agenda para dicho encuentro se irá conociendo conforme se acerque su fecha de realización.