EL PROCESO ELECTORAL

Javier Oliva Posada
Columnas
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Ya se ha comentado con amplitud que vamos a concurrir a las urnas el próximo 6 de junio la mayor cantidad de ciudadanos en la historia del país para elegir a quienes ocuparán los más de 21 mil cargos sujetos a la votación. La cuestión radica, además de las expectativas de que el partido oficial repita como primera minoría, en la perspectiva de las tendencias en los principales problemas en la agenda nacional.

Sea el desempleo o la violencia ambos implican factores estructurales ante los cuales no es posible seguir dejando de lado o bien postergando acciones que apoyen a las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, que llevan la principal carga en cuanto a la forma en que se trata de contener la violencia criminal desde hace varios años.

El proceso electoral, en estos términos, no debiera o no debe ser un factor de distracción a propósito de las prioridades de los grandes problemas nacionales.

Nombres, siglas, alianzas y el sinnúmero de personalidades a nivel nacional y local generan una larga serie de especulaciones y planes futuristas, pero las condiciones bajo las cuales se dará la competencia electoral son muy diferentes a lo que hemos vivido en otros momentos. Por un lado, la diversidad violenta de la criminalidad no conoce límites, a pesar del notable esfuerzo gubernamental; y por otro, las tasas de desempleo y el cierre de negocios disparan los índices de una crisis económica no vista en más de 100 años.

Las propuestas electorales, es de recomendar, deberán centrarse en planteamientos viables, posibles y sobre todo realistas. Es un ambiente propicio para lanzar ofertas ilógicas que generan polarización, que a su vez trae radicalismos, exclusiones y principalmente confrontaciones que en el contexto de nuestro país no aportan solución alguna.

Oportunidad

A finales de este mes ya estarán decididas las principales candidaturas y con ello los ajustes en los grupos políticos y de interés. La cuestión es si esas designaciones atienden a las expectativas de la ciudadanía y no a los ajustes hacia el interior de cada uno de los partidos políticos.

Esas organizaciones tienen una gran oportunidad para lanzar un mensaje diferente a lo que hemos estado acostumbrados desde hace décadas, es decir, a atender los equilibrios internos para dejar de lado lo que en serio requiere la conducción de los asuntos públicos del país.

Tan solo, como ejemplo, revisemos las propuestas de candidatos del otrora gobernante Partido Revolucionario Institucional: ni una sola aportación dinámica o ingeniosa respecto de la agenda nacional. De ahí que los planteamientos programáticos y sociales no tengan un solo contacto con las preocupaciones de la población. Esperemos que ante las exigencias de la realidad del país los demás partidos políticos asuman con seriedad lo que apremia a la nación.

Será muy interesante analizar las propuesta en materia de seguridad pública y sin duda en lo que concierne a la salud y la manera de enfrentar la epidemia. Vamos a un semestre en condiciones de confinamiento (quienes podemos hacerlo) y en consecuencia las formas de pensar y hacer política son excepcionales. Algo más que ingenio se va a requerir para llamar al voto.