LA DUPLA DE LA INCERTIDUMBRE: POSPANDEMIA Y GUERRA

“El disparo en el precio de los combustibles es una muy mala noticia”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Con los estudios y datos necesarios la Organización Mundial de la Salud (OMS), llegó a la conclusión de que la presencia del Covid-19 será una constante en los siguientes años, por lo que el pronóstico es que se requerirá una vacuna anual. Sin embargo, esto no sería una mala noticia porque ya hay canales suficientes de distribución y aplicación, así como de mejores y más profundas investigaciones respecto de las graves secuelas que deja en el cuerpo humano.

La crisis económica vivida durante los poco más de dos años, que se tradujo en cierre de negocios, desempleo, pérdida de patrimonio, así como una severa reducción en las capacidades fiscales de los gobiernos, invita ahora a prever cuáles serán las condiciones de las dinámicas productivas y comerciales en cuanto a las repercusiones en la lenta recuperación.

Por ejemplo, para nuestro país el Banco de México redujo la semana anterior el pronóstico de crecimiento del PIB para este año a 2.4%, con posibilidades de bajar aún más, hasta un mínimo de 2%. En el mismo sentido se han manifestado diversos centros de estudio nacionales e internacionales.

También deben considerarse de manera preponderante una serie de efectos pospandemia en la reorganización de los sistemas sociales, es decir, las consecuencias, algunas de corto plazo, pero otras que serán permanentes y que por lo tanto implicarán un ajuste en las formas, por ejemplo, de las relaciones entre autoridades y organizaciones sociales y ciudadanía en general. Sobre todo en lo que concierne a los procesos de comunicación-respuesta de las estructuras de gobierno y de administración pública.

Polarización

En esas estábamos cuando estalló la invasión de Rusia a Ucrania. Las guerras, que tienen un predecible origen, nunca se sabe a ciencia cierta cuándo y cómo van a terminar, tal como es el caso de lo que sucede entre esos dos países. El disparo en el precio del petróleo, el gas y por supuesto los combustibles es una muy mala noticia debido a que no se produce por un incremento en la actividad productiva o la expansión de los mercados: es por la escasez ficticia del petróleo, derivada del bloqueo impuesto por Estados Unidos y la Unión Europea a las exportaciones rusas. Y aún hay en México quienes celebran esta grave situación.

Los efectos de una prolongación en la guerra primero tendrán como principales víctimas a la población civil, que de manera injusta, arbitraria e inexplicable padece, como sucede en los escenarios bélicos, las principales y más graves consecuencias. Los cálculos de parte del Kremlin eran que la guerra tendría una duración de cuatro a cinco días, pero la resistencia del Ejército ucraniano ha sido una revelación, pasaron ya más de doce días y el conflicto parece lejos de resolverse, tanto en lo militar como en lo diplomático. Incluso, antes de llegar a un acercamiento de las partes puede haber una mayor polarización. Ojalá y no sea así.

De esta manera nuestras generaciones se enfrentan a ese doble e inédito desafío: procesar los efectos de la pospandemia y las consecuencias de una guerra en curso que ya afecta a nivel mundial las de por sí debilitadas condiciones y agota los pocos recursos disponibles luego de dos años de pandemia.

México, de nueva cuenta por sus condiciones geográficas y naturales, puede jugar un papel central en el proceso de estabilización. La cuestión radica en la precisión de los objetivos, así como en la forma de lograrlos.