LA GUARDIA NACIONAL, A LA SEDENA

“Los cambios y ajustes de fondo han sido una norma”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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El pasado lunes 8, en su conferencia de prensa matutina —por cierto, una de las más largas, duró poco más de cuatro horas— el Presidente Andrés Manuel López Obrador hizo varios y muy importantes anuncios en materia de seguridad pública y sobre la estructura de la Administración Pública Federal.

Hacia las dos horas y media de la conferencia, luego de recibir preguntas y cuestionamientos de los reporteros a propósito de detenciones en los sistemas penitenciarios sin sentencia, el presidente derivó sus respuestas hacia un interesante diagnóstico y a la vez a una serie de propuestas (en particular dos y un adelanto) que generaron (y con razón) un enorme revuelo y debate en los medios de comunicación.

El primer punto, que es el que mayor atención concita, es que mediante la figura jurídica del acuerdo presidencial se publicaría esta semana en el Diario Oficial de la Federación una serie de lineamientos y argumentaciones para que la Guardia Nacional (GN) pase a formar parte estructural de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Precisó el mandatario que esto se debe a que, en principio, el calendario político del país apremia para encontrar una vía institucional que en definitiva garantice la viabilidad de la todavía nueva institución para atender la seguridad pública.

La otra propuesta fue el cambio de denominación y de responsabilidades de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).

El adelanto fue que el desfile del 16 de septiembre tendrá como temática preponderante la seguridad pública, por lo que los integrantes de la GN desempeñarán un papel central en la parada militar.

Visión

Para evitar consumirnos en la inmediatez se deben encontrar los antecedentes para comprender la lógica que sustenta el presidente López Obrador ante lo que él sabe a la perfección, lo que un mandatario puede hacer desde la máxima representación política e institucional del sistema y régimen políticos.

Un dato clave es el discurso que leyó en la majestuosa Plaza de Maniobras del Heroico Colegio Militar, el pasado 30 de junio, para conmemorar el tercer aniversario del pase de entrada de revista de la GN, cuando hasta en cuatro ocasiones se refirió a la necesidad de que dicha institución sobreviva al cambio de administración y en consecuencia pueda ofrecer resultados definitivos para el país y la sociedad.

En efecto, hay que tomar en consideración que en 1999 el entonces presidente Ernesto Zedillo creó por decreto la Policía Federal Preventiva, integrada por la III Brigada de Policía Militar acuartelada en el Campo Militar Número Uno, las policías del Instituto Nacional de Migración, la Fiscal y la Federal de Caminos.

Fue el primer gran paso para articular una institución de seguridad pública entre civiles y militares. Exactamente diez años después, y como una de las consecuencias de las imposiciones de la Iniciativa Mérida, desapareció la PFP y se creó la Policía Federal, que pasaría de diez mil integrantes a poco más de 40 mil, con varias divisiones o áreas prioritarias como la Policía Cibernética, la Policía Científica y, desde luego, las unidades dedicadas a procurar la seguridad pública en todo el país.

De nuevo diez años después, en junio de 2019, la GN sustituyó a la Policía Federal.

Como se puede leer, los cambios y ajustes de fondo han sido una norma en cuanto a la procuración de condiciones institucionales que pretenden, en su momento, atender a la visión del presidente de la República y su equipo en el ejercicio del poder.

Volveremos sobre el tema.