LA IMPORTANCIA DE LA SALUD DEL PRESIDENTE

En México, de siempre, han sido un tabú los padecimientos de los presidentes.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Y no solo me refiero al leve cuadro de infección viral que tiene Andrés Manuel López Obrador. Ni tampoco a la relevante posición de jefe del Poder Ejecutivo sino en general a toda persona que ocupa cargos de responsabilidad en la conducción de los asuntos de un país determinado. No es una exageración señalar que es un tema de seguridad nacional ya que la afectación a la salud que tenga la primera ministra o el rey o el presidente de una nación provoca, además de las inherentes y naturales especulaciones, incertidumbre respecto del futuro inmediato de las instituciones.

El establecimiento de los procesos para sustituir ante una ausencia temporal o definitiva los prevén todos los sistemas políticos, excepto desde luego en las dictaduras de cualquier orientación ideológica.

Contar con un mecanismo de reemplazo permite afrontar esa grave situación crítica con la certeza de que ya hay un camino por recorrer para que, en lo posible, se reasuman las actividades con cierta normalidad. De allí que la información veraz y oportuna sobre el estado de salud de cualquier mandatario, en el caso de verse afectado, exige por parte del entorno inmediato de aquel ofrecer sin lugar a dudas la auténtica situación.

De lo contrario, sobre todo en una era en que la irrupción de los medios digitales de comunicación no puede ser controlada, se genera una enorme cantidad de rumores, de insidias, pero sobre todo de especulaciones, lo que también afecta de manera negativa a la dinámica del país y puede terminar por generar una crisis social ya que la credibilidad sobre lo que informan las autoridades ya está en curso.

En México, de siempre, han sido un tabú los padecimientos de los presidentes. Ya sea el caso, probablemente el más conocido, de Adolfo López Mateos, que a los meses de dejar el cargo murió de un aneurisma, pasando desde luego por la apendicitis operada en Los Pinos de Adolfo Ruiz Cortines, así como una larga serie de especulaciones sobre el resto de los mandatarios.

Manejo

En la grave situación que vive México como consecuencia de la doble tenaza, es decir, la generada por la actividad delictiva y la epidemia, informar con oportunidad y transparencia sobre la salud del titular del Ejecutivo es una forma —y muy importante— de proporcionar una variable de estabilidad. Tratar con madurez una coyuntura como la nuestra aporta al conjunto de la sociedad la certeza de que hay un equipo responsable, que aun cuando no esté el presidente en condiciones de decidir y dar instrucciones, se cuenta con una estructura y funcionarios capaces y competentes para darle rumbo al país.

Actuar en cualquier otro sentido va en contra del manejo de la situación de crisis, que incluso se puede agravar por la impericia de ofrecer información endeble en sus argumentos y, por lo tanto, sin posibilidad alguna de ser creída por la población.

Por eso la oportunidad con que se explique cómo está y cómo evoluciona López Obrador es una cuestión de seguridad nacional.

Es muy probable que en su entorno —y me parece lógico, necesario e indispensable— los mejores médicos civiles y militares estén minuto a minuto atendiendo y procurando la salud del presidente. Aunque si bien es cierto que la Constitución prevé los escenarios de faltas temporales o definitivas del Ejecutivo, ninguno de ellos es deseable.

Le deseo al presidente una pronta y saludable recuperación. México lo necesita al frente de sus tareas y en la conducción de los grandes problemas nacionales.