LA INCERTIDUMBRE ELECTORAL EN ESTADOS UNIDOS Y EN MÉXICO

No hay un buen ambiente en la relación bilateral.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Al momento de redactar estas líneas si bien a Joseph Biden le faltaban tan solo seis votos de los colegios electorales ningún analista serio lo daba por triunfador: aunque la tendencia es fuerte a favor del candidato del Partido Demócrata la sorpresa que ofreció el presidente y candidato del Partido Republicano a la reelección impide dar por descontado un proceso poselectoral tranquilo.

No sobra señalar que la atención del mundo se encuentra puesta en la forma en que autoridades, candidatos, instituciones y sobre todo la sociedad estadunidense procesa la enorme tensión auspiciada por el mismo Donald Trump y sus seguidores.

Mientras tanto en nuestro país, como es natural, los comentarios y las especulaciones van de un lado al otro en lo que se refiere a las preguntas principales: ¿cuál de los dos candidatos le conviene a México?, ¿cuál de los dos le resulta mejor al gobierno del presidente López Obrador?

En efecto, son dos cuestiones diferentes y si bien pueden estar relacionadas en cuanto a la respuesta lo cierto es que cualquier escenario para la administración federal de nuestro país se ve complejo (como siempre ha sido), pero ahora con ingredientes que anuncian una tendencia orientada por el desencuentro. Baste revisar la serie de eventos y situaciones legales, judiciales y mediáticas en la víspera de las elecciones para constatar que no hay un buen ambiente en la relación bilateral y tampoco hay elementos para considerar que las cosas pudieran cambiar una vez que se conozca quién será el inquilino de la Casa Blanca los próximos cuatro años.

Ya he apuntado en entregas anteriores que el clima de cooperación en labores de seguridad e inteligencia entre las agencias civiles de ambos países se encuentra en un punto bajo. Agudizado, por supuesto, por la detención del general Salvador Cienfuegos, quien por cierto el miércoles 4 fue trasladado a la fiscalía federal de Nueva York para realizar la primera audiencia en un proceso que de origen se encuentra cuestionado por diversas y justificadas razones. Pero también si se considera que en las semanas previas a los comicios en Estados Unidos hubo situaciones de molestia, tanto de congresistas como de amplios y poderosos sectores relacionados con los energéticos, que de forma pública y abierta hicieron saber sus críticas al gobierno de nuestro país por sus políticas en este rubro. Son sin lugar a dudas litigios que tienen una dinámica propia y que por lo tanto no atienden a la lógica del proceso electoral en EU.

Agenda

Sea el candidato demócrata o el republicano, quien llegue a la Casa Blanca se encontrará con una agenda y temas pendientes donde la seguridad en la franja fronteriza es una prioridad. Pero también en lo que corresponde a los ámbitos de la seguridad regional, sobre todo a propósito de la migración forzada que parte de Centroamérica con el fin de internarse en Estados Unidos.

Los asuntos a tratar con la siguiente administración por parte del gobierno mexicano no se ven sencillos y exigen desde ahora el establecimiento de una línea de trabajo articulada que, lejos de la improvisación, establezca las prioridades de México y los puntos que pudieran estar sujetos a negociación.

No obstante, si se establecen las bases, los fundamentos y se articula una propuesta de agenda desde México puede aprovecharse el inicio de la administración en la Casa Blanca, hacia mediados de enero próximo, para abrir un nuevo capítulo.

Tiempo hay. Los intereses de nuestro país deben preservarse de coyunturas o criterios basados en la inmediatez.