LA PROLONGACIÓN DE LA CRISIS SANITARIA

Javier Oliva Posada
Columnas
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El mensaje emitido por las autoridades de la Ciudad de México el pasado jueves 10 respecto de que entramos a una “emergencia sanitaria”, que en realidad es un semáforo rojo, es un aviso oportuno para que la población adopte medidas más restrictivas a propósito de los contagios del virus: la cifra de infectados y de muertos aumenta de manera vertiginosa pese a las alertas que todos los días emiten los responsables sanitarios.

Lo anterior significa, por si hacía falta decirlo, que el escenario de normalización o de vuelta a las actividades cotidianas se aleja, mientras que las expectativas para disponer de una vacuna también se prolongan en el tiempo. De hecho la producción de vacunas no es aún masiva e incluso algunas que se encuentran en fase experimental indican que la disposición para cualquier país no tiene una fecha certera.

Salvo Reino Unido, que ha comenzado la fase de preparación para la vacunación masiva, no hay otro caso en el mundo que siquiera anuncie avances en ese sentido. Por eso llamó la atención la difusión de un calendario en nuestro país para programar las fases de aplicación por sectores y edades.

Incluso ya se refirieron a dos campos o instalaciones para almacenar y aplicar las dosis. Uno estará, por supuesto, en la Ciudad de México y el otro en Coahuila. Como nueva responsabilidad de las Fuerzas Armadas, de ellas dependerá la distribución y aplicación dada su ganada experiencia y reconocimiento en los servicios a la población, considerando esta fase de peligrosa expansión de los contagios.

A todas luces se requiere de una revisión y ajuste de fondo en la estrategia con la que hasta ahora se ha enfrentado el proceso de la epidemia, que lo mismo incluye educación, violencia de género, desempleo e inseguridad.

Conciencia

Los efectos en cascada aún no se cuantifican, por lo que en las siguientes semanas o meses la incertidumbre y los serios desajustes al sistema social sí que pueden colocar a las autoridades en un predicamento.

Para la sociedad en su conjunto llegó el momento de tener más participación y actuar con mayor responsabilidad, sobre todo ante la proximidad de las fiestas de fin y principio de año.

Los reportajes y testimonios de cómo actúa la población en zonas como Ecatepec e Iztapalapa o la saturación de las calles en el Centro Histórico capitalino muestran que esas imprudencias deben ser contenidas con una intensa campaña de concienciación. El compromiso debe ser proporcional a los riesgos que vivimos.

De seguir el ritmo de contagios los sistemas hospitalarios —civil, militar y privado— están cerca de la saturación. De hecho el presidente de la República anunció que para la semana que empieza el lunes 14 se instalarán 900 camas adicionales en la Ciudad de México para estar en condiciones de atender la creciente demanda de atención por los padecimientos generados por el Covid-19.

Las medidas de corrección deben ser aplicadas a la brevedad ya que el calendario escolar está por concluir y la disponibilidad de más tiempo en casa le permitirá a niños y jóvenes riesgosas acciones en que pueden exponerse a fatales contagios.

Sin duda que el oportuno anuncio en la Ciudad de México respecto de que estamos en “emergencia sanitaria” ayuda, pero se requiere una mayor determinación de las autoridades y conciencia de la población. Queda muy poco tiempo. Hay que actuar para prevenir, incluso considerando que la gripe invernal hará estragos como todos los años.