LAS ETAPAS INCIERTAS DE LA EPIDEMIA

Se debiera esperar una acción más articulada a niveles regional e internacional

Javier Oliva Posada
Columnas
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Es inmensa la cantidad de información que se produce en México y el mundo en torno del Covid-19, donde universidades, centros de estudios, numerosos especialistas en materias como estadística, matemática, medicina, también medios de comunicación y por supuesto líderes y representantes políticos generan un ambiente de certera confusión. Ni qué decir respecto de los escenarios al inmediato, corto y largo plazo sobre cómo habrá cambiado la sociedad y el mundo una vez superada de manera momentánea esta primera manifestación de la epidemia.

Cada país maneja la situación con instrumentos propios y la cooperación internacional es, en todo caso, poca y lenta.

Es cierto que cada caso requiere del mayor esfuerzo para atender las necesidades internas, pero el enfoque global o al menos regional para contener y procesar los efectos de la epidemia no es precisamente el anticipo de una nueva etapa de solidaridad y humanismo entre sociedades y gobierno. Menos aún con criterios tan dispares, insisto, para atender las dramáticas exigencias de los sectores más expuestos a ser contaminados.

Incluso al interior de varias naciones ese mismo clima prevaleciente en lo internacional reproduce las confusiones, contradicciones, dudas y, sobre todo, la no consideración de aquellas visiones que disienten de la expresada por las autoridades sanitarias.

Para el caso de México, país que aún tiene por delante semanas plenas de peligros en cuanto a la expansión del virus, el programa de reactivación por zonas y de acuerdo con los datos disponibles por municipios ofrece, por una parte, un aliciente para mirar hacia delante pero, por la otra, más vale que la propuesta se encuentre debidamente fundamentada y con elementos reales para la toma de decisiones.

Articulación

Aquí la información de inteligencia generada por instituciones públicas y privadas en materia de salud, demografía, economía, comunicaciones y educación resulta esencial para que el programa de reactivación se encuentre sustentado y evite las posibilidades de un rebrote o, peor aún, la expansión de la epidemia en lugares donde no había o sus manifestaciones eran pocas.

También por lo que hace al regreso a las aulas hay diversas posturas. Sea a mediados de junio, hasta agosto, comenzando octubre, quizás hasta enero y así cada institución y la misma Secretaría de Educación ofrecen las más distintas fechas para el reinicio de clases en las aulas.

Otras actividades siguen por el mismo camino. Pero tampoco habría que alarmarse del todo ya que lo insólito de la situación también afecta a sociedades y gobiernos como los de Reino Unido, España, Estados Unidos, Brasil, Italia, China y una larga lista.

Lo que se debiera esperar es una acción más articulada a niveles regional e internacional. Cierto que cada caso es diferente, como ya se apuntó, pero la salida es en conjunto y sin el aislacionismo que algunos gobernantes proponen ya que el virus no necesita ni franquicia ni pasaporte para viajar, literal, por el mundo.

Con el cuadro aquí descrito es del todo comprensible la incertidumbre, preocupación e incluso miedo que generan las siguientes semanas e incluso años. De allí que es recomendable que en México y otros países, en efecto, haya una mejor articulación en cuanto a los mensajes y medidas que las autoridades deben asumir para el control de los irremediables daños.

La insólita situación que nos ha tocado vivir, varias y buenas lecciones habrá de dejarnos para actuar de manera congruente con los desafíos compartidos.