Una visión de corto plazo se enfoca a las reticencias de algunos gobiernos invitados, como son los casos de Argentina y México, la aún misteriosa negativa a participar, como la de Brasil, o la no invitación a los de Venezuela, Nicaragua y Cuba, por parte del gobierno anfitrión. Desde luego que la serie de procesos electorales presidenciales en Colombia, que este fin de semana realiza la elección en primera vuelta, y Brasil apenas han sido consideradas en los análisis.
Otro tanto puede señalarse del decurso incierto y ya muy prolongado de la invasión de Rusia a Ucrania, con evidentes consecuencias mundiales; que lo mismo van de una cercana crisis alimentaria mundial, a un profundo reajuste Geopolítico y militar, consecuencia directa de la inminente adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, de Finlandia y una un poco más distante en el tiempo de Suecia. La sincronía o simultaneidad de los acontecimientos propicia su recíproca influencia y complejidad, tal como lo señalara Niklas Luhman en su clásica obra La teoría de sistemas.
Pues bien, una variable sustancial en el desarrollo de los preparativos para la Cumbre de las Américas y que de forma extraña ha pasado de largo en la mayor parte de los comentarios y análisis en nuestro país, son las elecciones conocidas como de medio término, donde Joseph Biden y su partido se juegan, sin exageración, la viabilidad de su proyecto y la posibilidad de la reelección del presidente. El gesto para el gobierno mexicano de realizar la reunión en la ciudad de Los Ángeles es otro elemento que tampoco se puede dejar de lado, pues por lo menos en Estados Unidos se trata de la ciudad con el mayor número de habitantes que de una forma u otra tienen relación con nuestro país.
Consideraciones
Es decir, que estamos en los prolegómenos de una serie de definiciones en el contexto internacional que, primero, decidirán el curso de los siguientes años, como el referido proceso electoral de Estados Unidos en noviembre próximo; y, segundo, que para México también se trata de la definición de varios escenarios que tienen que ver de forma directa con la conducción de la política exterior, la diplomacia y la proyección de los intereses nacionales en lo que resta del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Por eso la preparación y el frenético ritmo de reuniones previas, así como el desarrollo de la misma y los resultados (declaración de la cumbre, reuniones bilaterales, cobertura mediática, entre otras), definirán lo que vendrá para las relaciones entre Latinoamérica y Estados Unidos, así como en cada uno de los diálogos bilaterales.
Muy interesante resulta la invitación al gobierno de España, pues el ascendente cultural e histórico de ese país en la macroregión latinoamericana explica por sí misma la convocatoria formulada por la Casa Blanca. Así con la serie de consideraciones aquí señaladas, la determinación que se adopte por parte del presidente López Obrador de asistir o no conlleva un mensaje de afinidades o tensiones, de manera correspondiente. Por eso debe evaluarse de manera detallada cuáles son los intereses que pueden ser favorecidos o afectados para la proyección del poder nacional de México. En su momento habrán de analizarse los efectos de la decisión tomada, así como los pasos a seguir en la ruta que se haya adoptado. Lo sustancial en esta delicada situación es ponderar de la mejor manera la perspectiva, sobre la coyuntura y la inmediatez.