LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA EN LA DEMOCRACIA

“Es tiempo de plantearnos en perspectiva la utilidad de la inteligencia”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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En la actualidad todas las democracias liberales cuentan con instituciones que desde un polémico desempeño y de forma paradójica velan por el adecuado funcionamiento de la democracia. Esta, como sabemos, se encuentra sistemáticamente bajo presión por antagonismos permanentes, por lo tanto estructurales, así como por factores y variables coyunturales.

México de ninguna forma es la excepción en cuanto a los requerimientos de los servicios de inteligencia para proteger y fortalecer los procedimientos que culminan en la representación popular.

Estos señalamientos tienen sentido a partir de la existencia de un extendido prejuicio de que los servicios de inteligencia son de manera preponderante vehículos de espionaje y en no pocas ocasiones de chantaje y presión a los adversarios del gobierno en turno. Sin embargo, aunque así fuera, ese no es ni su principal servicio ni aportación tanto para la estabilidad política como para la paz social.

Las perturbaciones a la seguridad nacional son de la más diversa procedencia. Migraciones forzadas, delincuencia organizada, subversión, ciberataques, asaltos informáticos y, sobre todo, las consecuencias del todavía contentible cambio climático. Como se lee, se trata de antagonismos compartidos casi a nivel planetario.

Pero las democracias para procesar dichos antagonismos requieren de instancias de información y análisis que provean al tomador de decisiones de variables que siempre tengan en consideración y prioridad la democracia, los derechos humanos y la estabilidad política. Ni más ni menos.

Condiciones

En nuestro país el debate en torno de la relevancia de los sistemas de inteligencia civil no escapa de los lugares comunes ni de los prejuicios. En este sentido auspiciar una polémica temática, articulada y propositiva, daría paso a la reconsideración de dicha instancia e instituciones clave para la seguridad nacional y, por lo tanto, para el desarrollo del país.

Además deben dimensionarse cada uno de los ámbitos a tutelar por las seguridades, esto es: seguridad internacional, seguridad regional, seguridad nacional, seguridad interior, seguridad pública y las connotaciones de la seguridad cibernética.

El eje coordinador de esas seguridades es desde luego el ámbito civil y militar de la inteligencia. Más aún en el contexto de la intensa dinámica que significan los avances tecnológicos (por ejemplo, los drones) o los sistemas de encriptación de datos, voz, imágenes y proyectos.

Ante esta situación es que los servicios de inteligencia civiles son un recurso crítico para alcanzar las capacidades necesarias para garantizar una parte de la soberanía en lo que respecta al buen manejo y resguardo de la información para la seguridad nacional. La proyección para un sistema o proceso de información que abarque los más diversos campos de la actividad social es un recurso sustancial para medir y comparar qué se ha hecho bien o mal, para así ajustar y corregir.

En México contamos con las condiciones necesarias para cimentar la formulación de los protocolos indispensables para consolidar los recursos para el fortalecimiento de los intereses nacionales. Es tiempo de plantearnos en perspectiva la utilidad de la inteligencia, en la consideración de la ubicuidad del país y, por supuesto, de su geopolítica. En esa justa dirección debemos seguir la ruta de la promoción de los bienes patrimoniales de la nación.