Nuevo gobierno en Guerrero

Javier Oliva Posada escribe sobre la historia del estado de Guerrero y los desafíos que enfrentará el nuevo gobierno.

Javier Oliva Posada
Columnas
Héctor Astudillo
Foto: NTX

Todos los días tengo la suerte de recibir un correo electrónico que me envía el Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones en México (IEHRM) y en los que se da cuenta de alguno o varios eventos que nos remiten a la historia del país: el pasado 27 de octubre se conmemoró la creación del estado de Guerrero y en esta ocasión ese mismo día, y en alusión a esa efeméride, se dio el cambio de gobierno en tan atribulada entidad.

La iniciativa de su creación como Estado Libre y Soberano de Guerrero data del 14 de mayo de 1847, pero la traumática invasión estadunidense interrumpió ese proceso. En la propuesta de integración territorial se previeron las siguientes demarcaciones: Acapulco, Chilapa, Taxco (perteneciente al Estado de México), Tlapa (parte de Puebla) y la municipalidad de Coyuca (bajo control de Michoacán). Por lo tanto, no bastaba el acuerdo del Congreso de la Unión, sino el correspondiente de cada uno de los Congresos locales.

El proceso de creación del estado de Guerrero reinició en agosto de 1848, es decir, casi al tiempo del proceso de despojo de nuestro territorio nacional como consecuencia de la invasión de Estados Unidos. Fue el 15 de mayo de 1849, siendo presidente José Joaquín Herrera, mediante el Decreto 3253, cuando se formalizó la propuesta al Congreso mexicano.

La Cámara de Diputados la recibió el 20 de octubre de ese año y seis días después el Senado de la República. En sesión solemne se declaró su creación el 27 de octubre. Su primer gobernador, en este caso provisional, fue Juan N. Álvarez, quien al mismo tiempo fue designado jefe militar de la entidad.

En 1850 se eligió el primer Congreso local y se instaló en Iguala. La primera capital fue Tixtla y también la primera Constitución del Estado Libre y Soberano de Guerrero se promulgó el 26 de junio de 1851.

Indicadores

Varias son las investigaciones de los historiadores para tratar de explicar la insistencia en la creación de ese estado, sobre todo si se atiende a la convulsa y dramática situación que vivía México tanto por la guerra de intervención como por la crónica inestabilidad que persistía desde la consumación de la Independencia en septiembre de 1821.

La mayor parte de las conclusiones apuntan a tratar de encontrar un equilibrio político y de representación por parte de las entidades que integran la Federación, sobre todo Estado de México, Michoacán, Veracruz y Puebla, ya que sus territorios y la cantidad de población implicaban un complejo e incierto juego y tensiones con el Poder Ejecutivo.

Ahora, 166 años después, de forma tan señalada como desafortunada, el estado de Guerrero concentra varios de los indicadores más negativos en el conjunto del país: lo mismo pobreza que marginación, violencia y crimen organizado, movilizaciones sociales, protestas, concentración de la riqueza… En fin, aspectos en los que de no ser por el paso del tiempo pareciera que no ha habido mucho cambio de la situación desde que fue creada la entidad. Más que un asunto de partidos políticos, el nuevo gobernador, Héctor Astudillo Flores, recibió de forma elocuente el respaldo del Poder Ejecutivo federal. Con la presencia del general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda; del almirante secretario de Marina-Armada de México, Vidal Soberón Sanz; los titulares de Gobernación, PGR y el secretario general del Cisen, se refrendó el compromiso para retomar el camino de la paz.

Por su parte, los titulares de Sedesol y Sedatu aportaron el sentido social del apoyo para la entidad.

Nada mal para tener un buen comienzo.