Una visita estratégica

El presidente chino Xi Jinping comenzó el pasado día 4 una gira por México que concluyó el 6 con una visita a Chichén Itzá.

El presidente de China, Xi Jinping
Foto: NTX
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A tan solo cuatro días de haber asumido el poder el 14 de marzo de 2013, Xi Jinping visitó Moscú para reunirse con su homólogo Valdimir Putin. Se firmaron más de 30 acuerdos comerciales y de cooperación, sobresaliendo los referentes a la compra venta de petróleo y tecnología para dicha industria, dado que la República Popular de China, a pesar de la extensión de su territorio, es un importador neto de hidrocarburos y gas natural.

El volumen de consumo de ese país es capaz de generar expectativas de crecimiento o de crisis en un sector determinado de la economía mundial, como cuando el consumo de acero para construir una gigantesca presa propició la escasez de ese producto.

La expansión económica de la potencia oriental en África (algunos analistas ya le denominan Chináfrica) y en Latinoamérica la colocan como una economía capaz de disputar mercados e inversiones a Estados Unidos en varias partes del mundo; y esto es muy importante, pues a pesar de su autocalificación como “país comunista”, lo cierto es que las cuantiosas fortunas de empresarios chinos y la fortaleza de los subsidios a la mano de obra local le hacen comportarse más bien como una potencia capitalista.

Esto también se comprueba en la ausencia de referentes o posicionamientos ideológicos, no se diga al marxismo, ni siquiera al fundador de China Popular, Mao Ze Dong.

De fondo

En este contexto, el presidente chino Xi Jinping comenzó el pasado día 4 una gira por México que concluyó el 6 con una visita a Chichén Itzá.

Para el gobierno de México es una importante oportunidad, y no sólo para referirse a las relaciones exteriores como una mera extensión del comercio y las inversiones: justo debe recordarse que nuestro país fue el primero (a excepción de Cuba) en reconocer en todo el continente americano al gobierno comunista de Mao.

El presidente era Luis Echeverría Álvarez. De aquellos años a la fecha, las relaciones entre ambos países han observado altibajos, como es normal. Pero, sin duda, se ha dejado de atender un vínculo que ofrece más beneficios que riesgos, por lo que la visita del presidente Xi Jinping significa la posibilidad de abrir un nuevo capítulo para la política exterior de México y, por consecuencia, también respecto de Latinoamérica.

Debe recordarse que también en días pasados el vicepresidente de China, Li Yuanchao, visitó Venezuela y Argentina con la clara finalidad de normalizar las relaciones con ambos países luego de un breve periodo de tensiones, producidas por aspectos comerciales y financieros.

Como se lee, la intensificación de la diplomacia de aquel país en nuestro continente es mucho más que la retórica de las buenas intenciones.

Con estos referentes se puede considerar y afirmar que la diplomacia no se limita a los flujos comerciales y balanzas de pagos. También hay que recordar que China forma parte del influyente grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en cuanto a temas de defensa y seguridad mantiene un notable 9% del PIB destinado a gastos militares (2013).

De tal manera, las aspiraciones geopolíticas regionales, en lo inmediato, le caracterizan y dan consistencia a sus aspiraciones para proyectar los intereses y poder nacional. En México no debemos seguir retrasando decisiones de fondo en estas materias.

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