Este 5 de abril iniciaron formalmente las campañas electorales para la jornada del próximo 7 de junio. Es eso: una formalidad, ya que desde octubre los partidos políticos han promovido su imagen —a nivel institucional, no personal.
Son más de dos mil 500 cargos de elección popular los que están en disputa. En el supuesto, que no es el caso, de que los diez partidos con registro postularan candidatos a esas opciones, estarían contendiendo más de 25 mil candidatos. Imposible una valoración. Si nos atenemos a las encuestas, como lo mencioné en mi entrega anterior, el resultado de la elección para Congreso federal será de poca incidencia en el perfil de la gobernabilidad dentro del Congreso y en el equilibrio de este con el Poder Ejecutivo.
Sin embargo, hay que decirlo, eso no hace irrelevante el resultado de la próxima elección intermedia. Desde la reforma política de 1977 a la fecha, en números agregados ha surgido una nueva generación de mexicanos. Un poco más: aquella reforma sentó las bases del sistema de partidos políticos en México y una democracia electoral efectiva.
En ningún país serio del mundo se le puede pedir más a la idea democrática y es que el voto cuente. Por eso el resultado y la numeralia del próximo 7 de junio, que está a dos meses y el tiempo se pasa volando, arrojará luz sobre cómo la evolución democrática de México ha modificado o no la cultura política del mexicano promedio.
La votación emitida en esta elección no solo pondrá de relieve lo obvio, que son los relativos cambios en las preferencias ideológicas de la ciudadanía, sino que, de nueva cuenta si nos atenemos a las encuestas, el nivel de participación, de abstención y de anulación podría mostrar un alto grado de escepticismo de la población adulta respecto del sistema de representación política y de los partidos. En el caso mexicano hay muchos partidos que susentan ese sistema de representación. Esto es, a casi 40 años de la reforma de José López Portillo y de Jesús Reyes Heroles, ¿qué tan útil políticamente considera la ciudadanía a sus partidos (diez en la actualidad), tanto en lo individual como en lo colectivo?
Mecanismo
Hay muchos indicios de toda índole que hacen pensar que la elección presidencial de 2018, tanto en el proceso como en lo que respecta al ganador, constituirá un antes y un después para la historia nacional en la primera mitad de este siglo.
Diez partidos políticos para dar ese paso parecen demasiados dada la compleja situación del país.
Una pluralidad subrepresentada hace casi 40 años vuelve incomprensible y hasta ingobernable un resultado electoral derivado de candidaturas presidenciales múltiples. Si se está en el umbral de un parteaguas, dos, tres candidaturas como máximo harían de 2018 una elección históricamente significativa. Para ello desde ahora los partidos que conserven el registro el próximo 7 de junio tienen que pensar con claridad quiénes pueden ser hacia adelante sus aliados y quiénes inevitablemente serán adversarios.
También, en paralelo, será necesario reflexionar sobre las debilidades y el coyunturalismo que privó en la aprobación de las leyes electorales vigentes.
Es necesario cambiar la normatividad y al mismo tiempo inculcar a la ciudadanía la noción y la certeza de que no hay mejor mecanismo para la estabilidad que votar y elegir y que en eso va en juego la convivencia social y la prosperidad económica, no solo abstracta de una nación sino de cada familia y cada una de las personas que habitamos este país.