¿Continuidad o reinicio?

Volvió el Pacto por México a funcionar en público. ¿Es este un buen indicio? A corto plazo, sí. Nada más.

Firma de adéndum del Pacto por México
Foto: Internet
Juan Gabriel Valencia
Columnas
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Se reanudó la actividad pública del Pacto por México, que se había interrumpido, ante la decisión del presidente Enrique Peña Nieto de abrir un espacio de diálogo para superar los desencuentros originados al interior del Pacto a causa de las inconformidades del PAN, y en menor medida del PRD, respecto del desarrollo de los procesos electorales locales del próximo 7 de julio, especialmente en Veracruz.

Durante dos semanas se negoció un añadido o agregado de carácter electoral al Pacto firmado en diciembre pasado. Se le dio a conocer como un addendum (en todo caso, una adenda, pero así le llamaron). Lo que importa no es el nombre sino el contenido.

El compromiso pactado en materia electoral abarca 13 puntos y 22 medidas para evitar que se utilicen con fines electorales las políticas federales que pagan todos los contribuyentes y que deberían ser imparciales, objetivas, transparentes y ajenos al interés electoral de cualquier partido político.

Se conformó un arreglo que a corto plazo ofrece incentivos a todas las partes. Al gobierno federal le permitió reanudar el diálogo y mantenerse en la ruta de búsqueda de acuerdos y consensos con todas las fuerzas políticas en una amplísima gama de políticas públicas, en especial, de modernización y reformas estructurales. Para el PAN el compromiso alcanzado reivindica muchos de los reclamos de su militancia en cuanto a prácticas ilegítimas de sus adversarios y el logro le ofrece un espacio de respiro a su dirigente nacional sometido a severas presiones internas de carácter sucesorio, ya que las elecciones del PAN tendrán lugar en diciembre próximo. Al PRD le da oportunidad de consolidar una nueva imagen ante la opinión pública de un partido que ha dejado de ser de todo o nada y que puede ser un contribuyente mayor a la gobernabilidad y al proceso legislativo.

Realidad

Quedan muchas interrogantes. No es lo más probable, pero es posible, que el PRI arrase en las 14 elecciones locales de julio. Insisto, no es lo más probable. Puede pasar. ¿Cuál sería la reacción de sus dos principales interlocutores en el Pacto por México? Suponiendo que los compromisos contraídos por el gobierno federal en materia electoral se observen y cumplan, ¿habrá aceptación de resultados que les sean adversos al PAN y/o al PRD?

Entre el priismo más duro, tal vez el menos moderno, los compromisos han generado suspicacias. A cambio de reanudar el Pacto por México ¿se negoció con los opositores alguna plaza emblemática desde el punto de vista partidario y electoral? Las investigaciones en curso por la Fiscalía Especial de Delitos Electorales en contra de algunos funcionarios federales y estatales, ¿concluirán positivamente antes de la fecha de la elección?

La calidad de la alianza construida dentro del Pacto tendrá que revisarse a partir de los resultados electorales de julio, cualquiera que estos sean. Es un hecho que después de julio se discutirán leyes secundarias de la mayor importancia, como la de educación y telecomunicaciones. Y no se diga de la trascendencia que tendrán las reformas energética y fiscal. El edificio del Pacto va a crujir desde sus cimientos con resultados poco previsibles.

Es una realidad que el Pacto ha sido una herramienta funcional y novedosa a lo largo de casi seis meses de gobierno. Cuando se debata en serio aquello que definirá el horizonte futuro del país a largo plazo, es poco probable que este esfuerzo pueda ser sostenido.