Los hechos y la historia

El gobierno federal tiene la oportunidad no solo de esclarecer un caso criminal y aplicar justicia sino de explicar y lograr que la opinión pública entienda todo un proceso delictivo y trágico.

Juan Gabriel Valencia
Columnas
Explicar lo sucedido
Foto: NTX

La aplicación irrestricta e imperativa de justicia en un caso como lo sucedido en Iguala apunta culpables y responsables. Con nombre y apellido. Particulares que cometieron un grave delito y que no pueden permanecer impunes. Ya no más fallas del sistema de administración de justicia y ya no más incidentes que deriven en tragedias llámense Acteal, Pasta de Conchos, San Fernando, Iguala. Tantos más que no cabrían en 2 mil 500 caracteres. En ese sentido de poner fin a la impunidad avanza la reciente aprehensión de la pareja Abarca-Pineda.

Sin embargo, la aprehensión y juicio a los presuntos responsables de un hecho delictivo no lo explica. El conocimiento preciso de quién incurrió en un delito no basta para el entendimiento de la opinión pública respecto de los porqués y las circunstancias de un delito. Por eso, al margen de quienes han buscado sacar “raja” partidaria o ideológica de todo este drama, el enojo y la ansiedad colectiva se pueden explicar porque no hay elementos bastantes para hacer de un incidente gravísimo una historia suficientemente lógica y creíble que pueda ser entendida por el mexicano común que no busca cómo sacar ventaja de un suceso sino que quiere explicaciones razonablemente completas.

En medio de versiones maniqueas e interesadas se han perdido de vista muchas cosas rodeadas en su mayoría de interrogantes no resueltas. Ayotzinapa está cerca de Chilpancingo, aproximadamente a 130 kilómetros de Iguala. ¿Qué hacían estudiantes de una normal rural con autobuses secuestrados, un viernes por la noche, a 130 kilómetros de su internado escolar y domicilio? ¿A qué habían ido? ¿Qué amenaza o riesgo representaban para la “fiestecita” del lanzamiento de candidatura de la esposa del presidente municipal, aspirante a sucederlo? ¿Cómo llegó Abarca en 2012 a la candidatura del PRD-PT y Movimiento Ciudadano, cuando dos hermanos de su esposa habían sido asesinados por el Cártel de Arturo Beltrán Leyva bajo la acusación de traidores a esa banda? ¿PRD, PT, Movimiento Ciudadano, el gobierno federal y estatal no lo sabían?

Impunidad


¿Era Iguala durante la gestión de Abarca una especie de oasis de impunidad o había otras conexiones territoriales e institucionales fuera de esa región, no solo en Guerrero sino posiblemente en otros estados? ¿Cuáles eran esas conexiones, si las había? ¿Por qué hay testimonios de que María de los Ángeles Pineda se entrevistó en Acapulco con Ángel Aguirre, ahora ex gobernador, el día 29 de septiembre, tres días después de los acontecimientos? Del mismo modo ¿a qué vino al Distrito Federal José Luis Abarca el día 29 de septiembre cuando se entrevistó con Carlos Navarrete y Jesús Zambrano?

Es obvio que la aprehensión de la pareja Abarca-Pineda distiende la situación y tal vez conduzca al paradero de los 43 normalistas desaparecidos y, con algo de fortuna, a que algunos de ellos estén vivos. Pero no resuelve esa narrativa que la opinión pública está reclamando que incluye omisiones, ineficiencias, complicidades, corrupción, relaciones de todo tipo legales y extralegales. De todo tipo, con instancias de gobierno, con partidos políticos, con corporaciones policiacas, con organizaciones criminales. De otra forma, no se entiende que se diera por hecho que el próximo año José Luis Abarca habría de ser candidato a diputado federal, con fuero constitucional, y con amplias posibilidades de llegar a la Cámara de Diputados. Son muchas preguntas que en este caso, si el gobierno federal quiere hacer una verdadera diferencia con un pasado nebuloso y lleno de misterios, es hora de responder.