A 30 días de concluir las campañas electorales la gran incógnita es la realidad electoral del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
En el Distrito Federal, Morena ha tenido cuidado de postular, sobre todo para cargos delegacionales, a algunas figuras conocidas y reconocidas. Como ejemplos están Ricardo Monreal o Clara Brugada.
Pero la incógnita se sostiene. A Andrés Manuel López Obrador le consta que a Cuauhtémoc Cárdenas le tomó nueve años construir una red territorial capaz de ganar en la capital del país y aun así en 2000 la diferencia entre AMLO y Santiago Creel, su más cercano contrincante, fue de menos de un digito.
En los 15 años siguientes esa estructura se consolidó en base a clientelas, prebendas, dádivas y un legislativo local abocado a satisfacer el autoritarismo y los caprichos de un electorado excéntrico.
Esa estructura, bajo las siglas del PRD, uno sospecharía que básicamente está intacta, de manera que la competencia entre PRD y Morena se antoja muy competida. Por un lado, la operación de tierra de los de la Revolución Democrática; por otro, el carisma de AMLO y el argumento seductor, real o imaginario, de que el PRD se ha convertido en un colaborador del gobierno en una ciudad económicamente degradada y que concentra todas las inconformidades, no solo de una urbe sino del país en su conjunto. No hay protesta de cualquier rincón de la república, válida o inválida, que no termine en Paseo de la Reforma y Bucareli.
Apuesta
No hay duda de que los hechos de Iguala dañaron la imagen nacional del PRD. Vaya uno a saber en qué medida. AMLO, por su parte, ha sido muy hábil para sustraerse de la responsabilidad de haber apoyado a Abarca en su candidatura. Habría que agregar el equívoco de que el PRD respalde a Beatriz Mojica, candidata e incondicional del impresentable gobernador con licencia Ángel Aguirre.
Fuera de la Ciudad de México la campaña de Morena en vez de basarse en candidaturas atractivas promueve exclusivamente la imagen y el discurso de López Obrador. En ese terreno está en ventaja frente al PRD, que carece de figuras nacionales. Pero la reciente aparición oficial de Morena en las campañas parece haber tenido poco tiempo para igualar a la Revolución Democrática en estructura territorial. Además, todavía el PRD conserva bastiones regionales importantes como el ya mencionado caso de Guerrero y también Michoacán.
Las campañas de ambas fuerzas han sido realmente poco atractivas e insuficientemente controversiales para compararse con la del Verde, con todo y multas, y la del PAN, partidos que podrían estar captando a muchos indecisos.
Si se tratara de apostar, uno pensaría que Morena no se convertirá en la tercera fuerza electoral del país. No todavía. No en esta elección.