Luego de varios lustros de discusiones y argumentos circulares, finalmente México tiene ya para debate una iniciativa que de fondo modifique a su sector energético. El PAN presentó su iniciativa y en los próximos tres o cuatro días el Ejecutivo federal enviará la suya. Ahí estarán ya los términos de la discusión.
Como seguramente será la del Ejecutivo federal, la del PAN tiene alcances constitucionales. Basta ya de mitos. Nada es intocable después de 100 o de 50 años cuando se trata de materia emanada de un constituyente en un contexto histórico específico, personalidades, culturas políticas de su pasado inmediato, cambios nacionales y mundiales que obligan a acometer de frente los retos de un mundo nuevo en el que prevalece como vigente una legislación constitucional emitida para un mundo que no existe.
Habrá que esperar la iniciativa del Ejecutivo federal. Será distinta de la del PAN, pero quizá coincidiendo en sus fines y con la misma altura de miras. Será reforma constitucional y lo que ambas estarán buscando, con distintas modalidades, será competitividad, aprovechamiento óptimo de la renta energética del país, creación de empleo, un multiplicador importante del crecimiento económico, florecimiento de la investigación y de la tecnología, señales a los mercados mundiales de que México es un destino seguro y rentable de inversiones.
Después de tanto brincar cuando el piso está tan liso, todos acabarán coincidiendo: Pemex no se vende, la patria se defiende, pero hay mejores y peores formas.
Con base en consignas y malos eslogans las izquierdas se salieron del que será uno de los debates más trascendentales en la historia de este siglo para México.
¿Qué propone el PAN?
Reformas a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales. Rectoría del Estado para un desarrollo con bajas emisiones de gases y compuestos de Efecto Invernadero; sustentabilidad. Apertura del sector energético (hidrocarburos y energía eléctrica) a los particulares, en el caso de hidrocarburos al igual que en el de energía eléctrica, en todas las etapas de la cadena productiva, sin que Pemex y CFE se privaticen. Al contrario, que se reformen internamente y sean competitivos.
¿Qué más propone? La creación de un Fondo Mexicano del Petróleo dedicado a administrar la renta petrolera del país, semejante al caso de Noruega. Fortalecer a la Comisión Nacional de Hidrocarburos y convertirla en una entidad autónoma encargada de otorgar las concesiones en materia de exploración y explotación.
También sería autónoma la Comisión Reguladora de Energía para todo lo relativo en materia de electricidad y la cadena productiva de hidrocarburos a partir de la refinación.
La iniciativa panista, junto con la que envíe el Ejecutivo federal, tendrán que examinarse con todo detenimiento. La apertura del sector energético es la diferencia en las próximas décadas entre seguir siendo un país con 53 millones de pobres a otro de clase media y con futuro cierto.
La iniciativa del PAN desde el punto de vista técnico y jurídico, genera sin duda interrogantes. Pero está planteada. Presentada la del Ejecutivo federal, el país podrá entrar a la reingeniería de una materia pospuesta y fundamental por más de 50 años. El tema, a detalle, dará mucho que examinar en las próximas semanas.