LA VERDADERA PESTE CHINA

Todo esto sucedió mientras millones de personas alucinaban con pandemias.

Juan Pablo Delgado
Columnas
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¡Éxtasis! Si solo comprendieran el placer que viene con la libertad de ignorar al microscópico yasabenquién: los días recuperan sus dimensiones; los contornos de la realidad se manifiestan con claridad; las puertas de la conciencia se expanden. ¡Un delirio!

Les recuerdo que en mi columna anterior tomé un voto de silencio sobre la actual situación epidemiológica. Había dicho que todos estábamos tan dopados por la monotonía informativa que habíamos perdido de vista acontecimientos más interesantes, trascendentales e inclusos peligrosos para nuestro futuro inmediato.

Así que hoy continuaremos este viaje hacia las fronteras ignoradas y desatendidas por nuestra obsesiva fijación pandémica. ¡No temas, lector! ¡Avancemos!

Primero una brevísima parada en el histórico logro del 30 de mayo: el cohete Falcon 9 de SpaceX despegó desde Florida llevando con éxito a Bob Behnken y Doug Hurley al espacio sideral. Así inicia una nueva era en la exploración espacial; y si no ven la importancia de este acontecimiento, entonces no tienen alma y merecen una maldición maligna.

Segunda parada: cambio climático (no se quejen). Porque si algo ha causado optimismo en los últimos meses es ver cómo la naturaleza recupera el terreno perdido tras la retirada del homo sapiens. Todos vieron a los delfines en Venecia o cómo los Himalayas se vieron desde Jalandhar (India) por primera vez en décadas por la ausencia de contaminación.

No canten victoria: la amenaza del cambio climático seguirá cuando salgan de casa. Es un hecho que en los primeros meses de 2020 las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero cayeron 17%. Pero en mayo la concentración de CO2 en la atmósfera ascendió a 418 partes por millón. O sea, fue la concentración más alta jamás registrada en la historia humana. La parálisis mundial no enmendó la destrucción que hemos causado: el CO2 sigue acumulándose.

Dominación

Pero no nos adelantemos y hablemos mejor de algo que nos afecta hoy mismo. Tercera parada: ¡Hong Kong!

¿Por qué tanto alboroto en H.K.? Va un resumen: Desde que los británicos regresaron este territorio al dominio chino, H.K. se gobernó con ciertas libertades que fueron toleradas (en parte) por una China autoritaria (“Un país, dos sistemas”). Pero el año pasado el gobierno de H.K. quiso imponer una nueva ley de seguridad que permitiría la extradición de criminales a China. Esto abría las puertas a detenciones arbitrarias y a juicios corrompidos. Obviamente se armó la gorda y vimos protestas masivas durante meses. La ley terminó en el limbo legislativo.

Pero el desgraciado de Xi Jinping no se dio por vencido y a finales de mayo aprobó una Ley de Seguridad Nacional para combatir la “traición, sedición, secesión y subversión”. Lo que no pudo hacerse a nivel local se hizo a nivel nacional. Cabe decir que los términos de la ley son tan ambiguos que prácticamente criminaliza cualquier protesta contra el gobierno central de Beijing.

Las consecuencias son enormes en cuestiones geopolíticas, diplomáticas, comerciales y humanitarias. Revela a una China tramposa con intenciones de dominación absoluta a nivel nacional y regional; hace añicos los sueños democráticos y liberales de H.K.; pone en peligro la autonomía de Taiwán; incrementa la desconfianza global y aumenta la tensión entre China y EU que podría concluir en un encuentro bélico.

El mensaje de China para el mundo es muy claro: ha iniciado una nueva era de terror.

Todo esto sucedió mientras millones de personas alucinaban con pandemias, dejando en claro que los verdaderos peligros son distintos a los que creemos. Basta preguntarle a cualquier ciudadano de Hong Kong.