LOS REACCIONARIOS NUNCA DUERMEN

“El progreso requiere una lucha constante y sostenida”.

Juan Pablo Delgado
Columnas
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Seguro que a estas alturas ya todos están enterados del papelazo que aconteció a inicios de mayo en la Corte Suprema de Estados Unidos. Para los despistados, va una breve recapitulación.

El 4 de mayo se filtró el borrador de una opinión del juez Samuel Alito donde pretende anular los dictámenes de Roe v. Wade (1973) y Planned Parenthood v. Casey (1992). Estas resoluciones, respectivamente, son las que legalizan el aborto y colocan límites a la intervención del gobierno sobre las decisiones y el cuerpo de las personas.

De acuerdo con el texto de Alito el aborto simplemente no está protegido por la Constitución y, por lo tanto, no debería tener una protección jurídica a nivel federal.
Por ahora el aborto permanece legal en Estados Unidos, puesto que la votación final sobre el asunto sucederá seguramente a principios de julio. Pero esta filtración es terrorífica por otras razones, ya que expone cómo ciertos derechos y libertades que muchos creen garantizados en la sociedad en realidad nunca están completamente seguros.

Y claro que habrá algunos que consideren que este tema es una bronca particular y específica de los gringos; que aquí en México no debemos preocuparnos. Al final de cuentas, nuestra propia Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) despenalizó la interrupción del embarazo en septiembre de 2021 (aunque su resolución no asegura que se modificarán las leyes a nivel estatal) y también hemos visto cómo Colombia y Argentina legalizaron esta práctica.

Declive

Pero no debemos enredarnos en el tema del aborto. Porque la temática frente a nosotros es más amplia: así como a las gringas les pueden quitar un derecho que han gozado durante 50 años, lo mismo puede pasar en cualquier país y con cualquier derecho.

Bien lo señala Max Fisher en The New York Times cuando dice que existe una correlación entre los gobiernos que restringen los derechos de las mujeres y una erosión más amplia de la democracia. Porque claro, restringir los derechos de las mujeres es un síntoma de la erosión generalizada de derechos civiles y políticos que llevan a cabo regímenes populistas o iliberales.

¿Y por qué tanta preocupación? Porque en la actualidad son precisamente los regímenes autoritarios o antiliberales los que más avanzan en el mundo. Basta revisar el reporte de Freedom House sobre el estado de la democracia en el planeta para darse cuenta del tamaño de la bronca.

De acuerdo con su último reporte —publicado en febrero de este año—, las libertades a nivel global han sufrido 16 años consecutivos de declive. Durante 2021 un total de 60 países sufrieron caídas en su calidad democrática, al tiempo que solo 25 mejoraron. Peor aún: solo 20% de la población global vive actualmente en países libres, mientras que ocho de cada diez personas viven en países no libres o parcialmente libres, la proporción más alta desde 1997.

Así que no importa la postura que tengas sobre el tema del aborto (un derecho que yo apoyo profundamente, por si a alguien le interesa saber). Porque el problema que ocurre en Estados Unidos es solamente una muestra de cómo los gobiernos alrededor del mundo eliminan los límites y libertades erigidos entre la vida privada de un individuo y el poder del Estado.

Pocos han plasmado de manera tan clara la problemática que enfrentamos como el comentarista político y cómico John Oliver: “Las libertades nunca están garantizadas; se ganan con esfuerzo pero se pueden perder fácilmente. El progreso requiere una lucha constante y sostenida, al igual que la valentía de las personas que elegimos como líderes”.

Están advertidos: ningún derecho está garantizado. Hoy les tocó a los gringos estar perdiendo un derecho esencial, pero mañana puede tocarnos a nosotros. Solo nos queda exigir, luchar y nunca bajar la guardia. Recuerden: los enemigos de la libertad nunca duermen.