CON LOS NIÑOS (Y LAS NIÑAS) NO

El desarrollo de la primera infancia influye directamente en economía, salud y resultados sociales.

Katia D'Artigues
Columnas
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El lunes 22 de junio, en su conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador supuestamente “descubrió” otra institución a la que su gobierno ya van dos veces que le entrega presupuesto: el Sipinna, Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, que fue creado tras una ley aprobada en 2014.

“Me enteré de otro grupo, de otro organismo para la defensa del niño y de la niña. Bueno, ¿y entonces?, ¿para qué está el DIF?”, dijo cruzándose de brazos y con actitud molesta.

Un presidente no tiene que saber todo. Es humano, no un ser omnisciente. Y está bien, pero sí creo que en este tema es muy importante que alguien le haga llegar datos de la importancia del Sipinna, que cuesta al Estado menos de 70 millones de pesos anuales. Setenta millones, querido lector, lectora, para cualquiera de nosotros es una fortuna, pero en verdad que es una inversión chica para un país como México que tiene 40 millones de niñas, niños y adolescentes.

Es más: ¡el propio López Obrador preside el Sipinna! Es un sistema que sienta a la mesa a todas las autoridades federales, estatales y hasta municipales que necesitan coordinarse para trabajar mejor —y de manera más eficiente— por la niñez y adolescencia en México. También al Poder legislativo y Judicial. Y sí, también está ahí el DIF, por cierto.

En esto tengo una clara diferencia de opinión con nuestro presidente. Hay cosas que él llama “gasto”, yo le digo “inversión”; y lo digo, por supuesto, con muchísimo respeto. Se extiende a todo lo relacionado con derechos humanos.

Le recomiendo entrar a la página de James J. Heckman, profesor de Economía (experto en temas de desarrollo humano) y también Premio Nobel, en https://heckmanequation.org/. Algunos puntos que se establecen muy claramente ahí:

De cada dólar invertido en primera infancia el retorno es de siete.

El desarrollo de la primera infancia (de cero a cinco años, cuando nuestro cerebro se desarrolla más) influye directamente en la economía, salud y resultados sociales para las personas y la sociedad.

Los ambientes adversos para niños, niñas y adolescentes (que ni duda cabe que vivimos en uno en México) generan reducción de habilidades y capacidades que reducen productividad y también incrementan costos sociales.

A futuro también baja los gastos de justicia penal. Es decir, una política de infancia bien hecha reduce la posibilidad de niños o niñas que pueden caer presas de redes de delincuencia, narcotráfico, etcétera.

Austericidio

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ya en México tiene resultados alarmantes con respecto de pobreza y trabajo infantil:

la pobreza infantil tiene mayor probabilidad de volverse permanente; tiene efectos irreversibles; se transmite de generación en generación, es decir, tiene mayor potencialidad de reproducción en el futuro.

Existen más niños y niñas menores de 18 años en situación de pobreza a 2018 (49.6%) que la población en general (41.9%). Es mayor en población indígena y de zonas rurales.

Hay un aumento del crecimiento con respecto de años anteriores de niños, niñas y adolescentes que trabajan o dejan de ir a la escuela.

Como bien sabe el presidente la mayoría de estos niños viven en el sur-sudeste del país, que es más pobre.

Yo sé que ante la doble o triple crisis provocada por el Covid-19, la caída de los precios del petróleo, el desempleo (y la cercanía de las elecciones), él ha propuesto recortar los “excesos” de un gobierno que ya se antoja en los huesos y que limita su capacidad de acción. Pero en particular recortar o desaparecer al Sipinna es austericidio e injusticia.

Yo le recordaría la frase que hizo famosa su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, con respecto de ataques a su hijo en particular, pero que yo ampliaría a toda la infancia: #ConLosNiñosNo. Y no solo porque merecen respeto, todos, sino porque recortar presupuesto para su bienestar es contraproducente para todo el país a corto, mediano y largo plazo. Saldría, en resumen, carísimo.

Apunte final

Al parecer las nanopartículas de cítricos ya no le funcionaron bien a Olga Sánchez Cordero, o entró en razón, porque ya fue vista —y qué bien— con cubrebocas.