EL FACTOR LOZOYA Y LA “CRIATURA IMPERTINENTE E INMADURA”

Un proceso a todo lo que da.

Katia D'Artigues
Columnas
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Aún con el Jesús en la boca de lo que pasaría con los cuatro nuevos consejeros del INE, proceso que estuvo a punto de descarrilar (espero no equivocarme: estoy escribiendo de lo que no ha pasado) una “criatura impertinente e inmadura” (Sara Lovera con respecto de John Ackerman) en la Cámara de Diputados, y con un ojo puesto al avión presidencial que recién llega a México, pienso en Emilio Lozoya y su reciente repatriación.

Mientras el exdirector de Pemex descansa, digo, se recupera en un hospital privado y seguramente negocia ser “testigo protegido” y salvarse a sí mismo a cambio de dar la mucha información que sabe, las quinielas están a todo lo que dan sobre quién de la oposición debería tener más insomnio, sobre todo frente a una elección intermedia tan importante como la de 2021. ¿Los priistas o los panistas?

Aventuro una hipótesis: tendrían que temer más los panistas.

Es claro que nuestro presidente tiene una obsesión: si hubiera llegado al poder en 2006, cuando oficialmente no lo hizo por 0.56% de los votos, aunque él alega fraude e inequidad (lo de la inequidad por Vicente Fox, me queda claro y lo dijo el mismo Tribunal Electoral), las cosas serían diferentes y él no lo olvida. Su proyecto, que desde entonces era el mismo, sería entonces más viable.

Su némesis no es priista, porque abrevó de esa fuente, sino panista-conservador. Si fuera una sola persona sería Felipe Calderón, aunque se extiende a este término flexible y poco definido llamado “conservadores” que tienen como común denominador casi único no estar de acuerdo con el presidente.

Pese a que Lozoya fue un importantísimo operador de la campaña y el gobierno de Enrique Peña Nieto, incluso titular de Pemex, se buscará que el destape de la corrupción que sigue afecte más al PAN que al PRI.

¿Por qué si viene de un gobierno de pura cepa tricolor? Porque el PRI se le cuadró. En cuanto ganó la elección del 1 de julio, Peña Nieto casi casi se hizo a un lado. Le dejó no solo el reflector sino también compartió decisiones con él (que no tenía por qué) o de plano lo dejó casi pregobernar.

La deferencia que ha tenido Andrés Manuel López Obrador con Peña Nieto ha sido notoria y muy clara. Recordará el paseo que le dio por Palacio Nacional cuando aún el segundo era presidente. ¡Los memes eran divertidísimos! También invitó a desayunar a su casa a José Antonio Meade.

Luis Videgaray, otrora cuasi vicepresidente, también ha sido más que prudente: se retiró al prestigioso MIT, donde es profesor y lidera un importante proyecto de Inteligencia Artificial. Si le preguntan, como le han preguntado, sobre cualquier cosa relativa a este sexenio o al anterior dice que no hablará en público. Cero entrevistas y tuits.

Pesos

En este sentido habría que modificar la vieja máxima: el que no se mueve no sale en la foto. Pero está bien, porque la foto sería con esposas puestas. Calladitos se ven más bonitos.

El presidente del PRI a veces parece más moreno que tricolor. Los gobernadores priistas y sus legisladores tampoco se han portado mal con la 4T. ¿Del Mazo oposición? Mmm, no. ¿Sus legisladores? Tampoco, como cuando apoyaron tácitamente que llegara a la CNDH Rosario Piedra, alegando que lo impugnarían luego (y que yo sepa dejaron que se perdiera en la congeladora de las declaraciones dichas y luego olvidadas).

También es que, aunque le choque a la 4T, comparte ADN con el PRI. Y el PRI se creó en el poder y para el poder. Prefieren estar lo más cerca posible que lejos. Además, ¿no se parece el actual presidente a otros que han tenido con sus siglas, digamos, quizá, Luis Echeverría?

El PAN es, hoy por hoy, la mayor competencia de Morena, aunque sigue siendo minoría. Son los gobernadores más rijosos, que se atreven incluso a hacer un frente, mientras los priistas se acomodan. Estos no se enfrentan de manera directa; quizá se harán un poco a un lado; entregarán la plaza “dando la pelea” sin muchas ganas, sin echar toda la carne al asador.

Lo cierto es que, con todo y pandemia, las elecciones ya están a todo lo que dan y serán —otra vez— las más grandes de la historia: tres mil 500 puestos de elección en juego.

AMLO, sabemos, es bueno en polarizar (conmigo o contra mí) y querrá hacer de las elecciones un referéndum. Veremos qué pesa más: si esto o más bien los liderazgos y la cercanía social a nivel local.