MR. OBRADOR VA A WASHINGTON

A ninguno de los dos les gustan los contrapesos institucionales.

Katia D'Artigues
Columnas
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El miércoles cuando escuchaba la declaración conjunta de los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump imaginé que el mensaje lo escuchaban tres personas: uno, Carlos Salinas de Gortari, el expresidente mexicano; dos, un migrante mexicano que vive en Estados Unidos; tres, un refugiado centroamericano detenido en la frontera con México.

Debe estar feliz el expresidente Salinas. Qué homenaje le hizo su más profundo antagonista: López Obrador. Él, que tanto criticó el ya “difunto” TLCAN, ¡ahora hizo una verdadera defensa de la integración regional y comercial de América del Norte! Y eso, lo sabemos, al fin de cuentas fue una propuesta de Salinas que le “compró” George Bush padre, aunque acabó firmando Bill Clinton recién llegado al poder.

Claro, como cuando una marca perdió su brillo (y claro que también con cambios sustanciales) es el TLCAN: ahora se llama TMEC o USMCA, según en qué país se lea.

Las circunstancias cambian. AMLO sabe que es una de las fuentes de ingresos que, mucho más con la crisis por la pandemia, no puede perder. Sabe también que necesita el apoyo de Estados Unidos.

¿Que fue a darle un espaldarazo a Trump en periodo electoral? Sí. ¿Que es el mismo Trump quien ha llamado a los mexicanos violadores, que firmó —literalmente puso su firma— un muro contra el que el mismo López Obrador levantó una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en marzo de 2017? Sí. También es el mismo al que comparó con Hitler en Nueva York en 2017 por la forma de tratar a los migrantes.

AMLO sabe tragar sapos. De ese tamaño debe ser el reto económico al que nos enfrentamos. Aunque Trump perdiera en las elecciones de noviembre de este año será presidente hasta el 20 de enero de 2021, durante meses críticos.

Y no descarte que se lleven bien en lo personal. Tienen muchas cosas en común, aunque uno haya nacido en Manhattan en pañales de seda y el otro en una casa de clase media baja en Macuspana.

Los dos fueron candidatos antisistema, que ganaron gracias al apoyo de sus bases (que tienen resentimientos sociales por exclusión), no les gusta la prensa crítica, tienen “otros datos” que no coinciden con la realidad y privilegian comunicarse sin intermediarios por medio de redes sociales.

A ninguno de los dos les gustan los contrapesos institucionales. Ambos polarizan y exigen absoluta lealtad y casi sumisión a su gabinete. Ninguno de los dos acepta errores y encuentran culpables externos.

El migrante y el refugiado

Uno de esos 38 millones de mexicanos que viven en EU sin duda se sintió ofendido por la visita antes de que se realizara. Lo tomó hasta como una cachetada, sobre todo que no se hubiera programado una reunión con alguna de sus organizaciones.

Mucho los llama el presidente “héroes vivientes” a la hora de mandar remesas, pero a la hora de la visita, nada. Y mucho menos ahora que Trump estaría a días de intentar volver a terminar con el DACA, un programa que impide que niños que llegaron a temprana edad a Estados Unidos indocumentados pero que han crecido allá sean deportados. Trump firmó una orden ejecutiva en 2017 al respecto, pero la tiró la Suprema Corte por votación dividida. Afectaría a unos 550 mil dreamers mexicanos.

Estos mexicanos que viven discriminación todos los días se habrán sorprendido con el tono del discurso de AMLO, como muchos.

Por un lado era una reivindicación del trabajo que hacen allá, un elogio claro de lo mucho que aportan a Estados Unidos (hasta el mismo Trump lo reconoció, mis respetos para lo bien “planchada” que estuvo la visita), pero por otro lado decir que Trump nos ha tratado con “gentileza y respeto”… solo que sea como un decreto para que se cumpla algún día. O una manera elegante, cargada de ironía, de pedirlo.

Y en cuanto al refugiado centroamericano, este sí se siente olvidado por todos. Si a México, como dice López Obrador, EU no le ha impuesto nada, si no nos ha tratado como “una colonia sino como nación independiente”, pues entonces qué malo y cruel es el “hermano mayor” de Centroamérica (por no decir cabrón).