ROSARIO ROBLES Y SU “GRAN PECADO”

Katia D'Artigues
Columnas
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Al entrar a la cuenta de Twitter de Rosario Robles —que por estos días maneja su hija Mariana Moguel— queda clara la aparente contradicción: tras postear de manera reiterada que de ninguna manera sería testigo colaborador de la Fiscalía, ahora su postura es otra.

Sus palabras del 26 de octubre son también claras: el propio Gertz dijo públicamente que seguía en la cárcel porque no había querido “colaborar” (como Emilio Lozoya, en el hospital con todo y Coca-Light), sabía que estaban presionando a excolaboradores para que la delataran. Dijo que lo que querían es que “señale como responsables a excolegas míos, de mayor jerarquía en el gabinete del sexenio pasado, con el objetivo de dirigir hacia ahí sus baterías (…) Yo no mentiré para obtener mi libertad”.

Pero todo cambió el lunes en la tarde, cuando sus abogados anunciaron que sí sería testigo colaboradora o abrazaría un término legal llamado “criterio de oportunidad” porque se sentía “sola y abandonada”.

Ya lo estaba pero la puntilla fue la traición de uno de sus hombres más cercanos, Emilio Zebadúa, su oficial mayor tanto en Sedesol como en Sedatu, quien en una declaración aseguró que ella estaba al tanto de todo y lo hizo por órdenes de Luis Videgaray, en los hechos entonces casi vicepresidente de México.

El martes en la noche y miércoles a mediodía Rosario matizó lo dicho por sus abogados, que iba en la línea de “fue Videgaray”, y dijo: “Reitero mi compromiso de hablar con la verdad. He pedido a mis abogados (que) generen estrategia para acceder a un criterio de oportunidad consciente de lo que significa. Seguro habrá quienes nieguen los hechos, pero las pruebas hablarán”.

Es importante la figura de “criterio de oportunidad”. Es una facultad del Ministerio Público de no ejercer acción penal a fin de que una persona ofrezca información que llegue a un nivel más alto en la escala de poder.

¿La bronca? No es una prerrogativa de las personas acusadas. Se puede aplicar solo a delitos que no afecten —ojo— el interés público cuando de lo que hablamos aquí es justo eso. “La Estafa Maestra” es un esquema de corrupción, con base en documentos públicos y jamás desmentido.

Los autores principales de esta investigación, Nayeli Roldán y Arturo Ángel (con quien hace poco tuve el placer de tomar un curso donde compartieron cómo hicieron paso a paso esta investigación), aseguran que todo indica que fue un esquema aplicado a todo lo largo del sexenio de Peña Nieto no solo por las secretarías a cargo de Robles sino por muchas otras personas e instituciones. Un desfalco que al menos habría costado al erario siete mil millones de pesos de un dinero que no sabemos —con pruebas— adónde fue a dar.

No basta que Rosario diga lo que sea que vaya a decir. Falta que haya pruebas que lo sostengan (¿le habrá aprendido a Ahumada algo en ese sentido?) Falta que puedan llegar a Videgaray y que se pruebe que era “superior” a ella o a Peña Nieto (que hasta ahora sigue en su exilio dorado pasando por el presidente más frívolo y desinformado que hayamos tenido). Que haya una sentencia, alguien declarado culpable por ello y luego que sepamos qué fue del dinero y haya reparación del daño.

El camino hacia la justicia es aún largo.

¿Cuál es el gran “pecado” de Rosario?

Ni duda que hay saña contra ella. ¿Qué la provocó? La clave está en lo que cuenta Carlos Ahumada en su libro Derecho de réplica. Que ella habría mostrado con Ahumada a Carlos Salinas los que en marzo de 2004 serían los videoescándalos, videos que al ser difundidos (entre muchos otros factores) contribuyeron a que AMLO perdiera la presidencia por nada en 2006, aunque él siempre lo considerará fraude. Recuerde que él “perdona pero no olvida”.

Incluso más allá. Ahumada dice que ella soñaba con ser candidata a la Presidencia justo en 2006.

Aunque Robles ha negado esto en su libro Con todo el corazón, la 4T lo cree: es una traidora que se fue del PRD, lo dejó endeudado y luego regresó del brazo del PRI. No supo guardar silencio y tragar sapos como sí lo hizo René Bejarano, quien a pesar de ser “apestado” político durante años jamás traicionó a AMLO (por cierto, prepara un libro a fuego lento).