TERCER AÑO: ES TIEMPO DE LOS CERCANOS Y LOS LEALES

CAMPOS ELÍSEOS

Katia D'Artigues
Columnas
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Es septiembre y Andrés Manuel López Obrador está “a la mitad del camino” del sexenio que también, como mucho lo ha promocionado, es el título de su más reciente libro. Por cierto, ¿a qué hora escribe tanto? A mí se me hace que en eso sí es un “dictador”: es decir, él dicta las ideas en general, alguien de su confianza redacta y él, como todo, supervisa y pule el producto final. Tiene ya 19 títulos.

Aunque tenemos un presidente muy vocal al que escuchamos todas las mañanas hay cosas que comentar por estos días de la ceremonia del informe, el mensaje y de lo que pasó en días anteriores.

Es tiempo de los cercanos y los leales. Quedó claro con la “renuncia” —así se presentó— de Olga Sánchez Cordero a la Secretaría de Gobernación el 26 de agosto para ser reemplazada por un hombre de todas las confianzas del propio presidente: el hasta entonces gobernador de Tabasco, Adán Augusto López. Lo presentó así: “Mi amigo, paisano y compañero entrañable”.

Días después dijo que su paisano lo va a “ayudar” a hacerse cargo de “todos los asuntos públicos políticos”. A estas alturas bien sabemos que a AMLO le importa más el “encargo” que el “cargo”.

Así como en ciertos momentos el secretario de Relaciones Exteriores se hizo cargo de temas de Gobernación y la Segob —a cargo de Sánchez Cordero— tenía cada día menos poder real, ahora parece que volverá a ser una supersecretaría porque ahí está un hombre que de manera clara sí tiene toda la confianza del presidente y su oído.

La forma en que se aceptó la “renuncia” de Sánchez Cordero me pareció con poco tacto. La aún secretaria de Gobernación fue sacada de un evento nada menos que en el Instituto Nacional de las Mujeres con legisladoras, magistradas y altas funcionarias, donde cerraría como oradora, para ir a Palacio a grabar el video del adiós.

Después, al agradecerle que le ayudó mucho como secretaria, el presidente dijo, al recordar que ella se acercó a él solo para pedirle un escaño como senadora: “Quería dejar el antecedente de que una mujer podía ocupar por primera vez ese cargo, secretaria de Gobernación”.

Un día antes del informe también trascendió algo que sé que es cierto: Julio Scherer Ibarra renunció a la Consejería Jurídica de la Presidencia. Es verdad que ya no quiere estar ahí.

Es más: Scherer en realidad nunca quiso ser consejero jurídico. Cuando AMLO se lo propuso, intentó disuadirlo. Le ofreció todo su apoyo por fuera, pero no como un cargo oficial, pero el entonces presidente electo insistió y el abogado cedió.

Se suma la llegada ya no tan reciente a la Secretaría de Hacienda de Rogelio Ramírez de la O, cercano a él desde que era jefe de Gobierno del Distrito Federal. Se van los moderados y los que aún tenían algo de interlocución por fuera.

Y el informe

En el Salón Benito Juárez había dos mujeres sentadas en los lugares inmediatos que flanqueaban el pasillo de la primera fila. Frente a López Obrador, su esposa, Beatriz Gutiérrez Müeller, quien tiene influencia en él; y del otro lado —¡y sin cubrebocas, algo insólito porque ha sido la más constante en usarlo!— la que todo parece indicar, porque todo puede cambiar, que sería su delfina: Claudia Sheinbaum.

Finalmente, piénselo: ¿qué mejor manera de terminar un sexenio que dejando a la primera mujer presidenta al frente? Demostrando, diría él, que una mujer “puede” serlo (léase con ojos de fastidio ante una frase misógina).

López Obrador sí aceptó que algunas cosas no fueron, hasta ahora, como esperaba, sobre todo debido a la pandemia. Aun así se manifestó contento de lo logrado e incluso aseguró que podría terminar en ese momento su presidencia tranquilo porque las bases de la “transformación de México” ya están sentadas y confió —ya en campaña— en que la consulta sobre revocación de mandato lo reafirmará en marzo.