EL DIVORCIO NO SOLO ACABA CON LA PAREJA, TAMBIÉN CON LA FAMILIA

“Una nueva oportunidad para que cada una de las personas se construya de manera más humana”.

CAPARROSO-89209730_l---skycinema.jpg
Columnas
Share

Cuando una pareja decide poner fin a su matrimonio y con ello formalizar el divorcio los daños que resultan de esta disolución pueden convertirse en un gran caos para cada uno de los integrantes de la familia.

Al igual que la violencia en la pareja este asunto debe atenderse como un problema social que aqueja a todos sin distinción alguna, puesto que el matrimonio es una forma de constituir las familias, las raíces de nuestra sociedad.

En el momento de la separación de la pareja se genera una serie de emociones y sentimientos negativos no solo de esta sino también de sus integrantes; es decir, principalmente los niños. Este tipo de emociones y/o sentimientos como tristeza, enojo, ira o depresión, por mencionar algunos, traen consigo afectaciones en el día a día de cada una de las personas que de no ser tratadas idóneamente derivarán en daños emocionales que podrán durar años hasta que se logre sanar esas heridas.

Cuántas veces no hemos escuchado de familiares cercanos, amigos o conocidos lo arduo que puede convertirse un proceso de divorcio ante tribunales, que concluyen en malos términos y con disputas que en un momento dado parecen no tener final, peleas por el dinero, por las visitas o vacaciones con los niños, por no poder ceder, acordar y construir acuerdos viables para todas las partes involucradas, siendo esto un desgaste tanto emocional como económico y fundamentalmente una fractura del grupo familiar.

Perspectiva

Sin embargo hay dos caras de la moneda en esta situación: ¿cómo sería la vida de esa familia si decidiesen continuar juntos, sin amor y sin felicidad? En caso distinto ¿cómo podría ser la vida de cada uno de los integrantes si resolvieran ese divorcio en buenos términos?

Que un matrimonio no funcione como se esperaba no debe ser un indicador de que la familia debe seguir ese curso y, sobre todo, que las personas que en algún momento la integraron tengan que sufrir las consecuencias de decisiones mal gestionadas.

Es propicio en estos casos ser más tolerante y prudente, ya que la responsabilidad tanto del padre como de la madre en esa decisión no debería suponer sufrimiento para el futuro de los niños o de los demás integrantes.

Si la pareja pudiera ver las afectaciones a futuro de no llegar a buenos términos, seguro plantearía una estrategia distinta en la que más que buscar ganar buscaría ser más empática, hablar menos y escuchar más, ser más tolerante, ser responsable de los errores y corregirlos. Una perspectiva distinta, ¿verdad?

A manera de corolario, si bien nadie nace sabiendo ser padre o madre ni cómo construir la mejor familia, se convierte en una imperiosa necesidad sensibilizar a todos y generar las condiciones adecuadas para que las personas en los divorcios salgan lo menos afectadas y se encuentren en posibilidad de construir las mejores soluciones.

En el contexto mexicano las personas cada vez se casan menos y se divorcian más. Y cuando existe un divorcio no se tienen los mejores elementos para resolverlo.

Por ello es importante que en el caso de un divorcio este no sea la mayor herida de la familia, sino que sea una nueva oportunidad para que cada una de las personas se construya y deconstruya de manera más humana y digna.

×