Una de las competencias más buscadas hoy en las personas es la capacidad de influir, motivar, organizar y llevar a cabo una serie de acciones para lograr sus metas y objetivos; es decir, un liderazgo que les permita saber desarrollar, asumir los riesgos e inspirar a los equipos de trabajo para alcanzar un equilibrio.
El liderazgo debe ser una habilidad de las personas en la política. O mejor dicho: de quienes están en el poder y llevan distintas responsabilidades tendientes a la administración en algún sector. Esto permite tener una postura abierta a todas las situaciones que deberán afrontar, pero de una manera firme y humilde en el que sea eficiente todo el proceso.
Todos los seres humanos al momento de opinar podemos ser los mejores, pero al sugerir soluciones y llevarlas a cabo es donde el número se va haciendo menor de la idoneidad.
Dentro de esta perspectiva una de las figuras más relevantes en un país y que tiene a su cargo determinaciones de este tipo es el presidente de la República, quien además de ostentar el poder debe tener otras competencias y habilidades que permitan persuadir o convencer a los funcionarios del Ejecutivo, al Congreso, a sus partidarios, a los ciudadanos e incluso al exterior.
En este sentido las propuestas pueden ser en gran cantidad, variadas, con buenas intenciones, pero una cosa es lo que ellos quieran y otra cosa lo que puedan llevar a cabo.
De inicio porque se tienen que revisar los distintos factores que permean la situación y a partir de esto determinar la viabilidad de las acciones: de qué sirve implementarlas si no serán eficientes en el plano material.
Motor
Esto nos lleva a reflexionar que la figura del líder toma una gran relevancia en este tipo de decisiones y sobre todo de acciones, ya que dentro de los objetivos está buscar guiar al grupo en general a través de la consecución de metas que se propongan y hacerlo de la mejor forma esperada.
En el caso mexicano no solo es una figura de poder en el gobierno, sino que en la sociedad existen otros factores que se compaginan con la esencia del liderazgo. Ejemplo muy puntual es la Máxima Casa de Estudios, la UNAM, que durante décadas ha sido una gran promotora de análisis, de reflexión, de crítica, de investigación y de atención a los diversos problemas sociales.
Pero más destacable resulta la funcionalidad que tiene: como una de las encargadas de la educación universitaria otorga a sus egresados una visión social y humana que permite incidir en todos los sectores de la sociedad.
La UNAM ha sido el motor de la educación universitaria no solo por la calidad de sus egresados, sino también la de sus profesores e investigadores, que no solo figuran en el ámbito nacional sino en el internacional.
Con esta idea vemos que el liderazgo no solo conlleva una imagen de poder, sino reputación, prestigio, atributos y la forma en la que se sale avante de los distintos conflictos. De tal manera que su actuar implica no ordenar, sino persuadir y convencer a los colaboradores.
Para concluir, como bien dice Gabriel Zaid, poeta mexicano: “A la hora de la verdad, lo que importa es quién puede, no quién tiene la razón”.