Uno de los principios más importantes en los procesos de mediación y en general en los distintos mecanismos alternos de solución de controversias es el de confidencialidad, el cual consiste en no divulgar lo que suceda dentro de esos procedimientos.
Esto permite en primer lugar que las partes involucradas en una relación tengan la seguridad y la certeza de que esa información quedará resguardada, es decir, habrá un contexto de secrecía que impide dar a conocer dicha información sin una autorización previa. Es importante identificar que se habla de información dentro de un contexto privado y no que incumbe al sector público.
Lo anterior se destaca por las situaciones actuales en la web, los ciberataques, los robos de identidad o, puntualmente, los acosos e intimidaciones de revelar videos o fotos con contenido sexual que en su momento se elaboró bajo un contexto de voluntad e intimidad solo entre las personas involucradas, pero al no cumplir esto se pone en gran peligro la dignidad de la persona afectada, lo cual lo convierte en una forma de violencia digital.
Para ello la Ley Olimpia resulta un ordenamiento impulsor paradigmático que viene a cambiar la forma de castigar a las personas que difundan algún tipo de video o foto con contenido sexual sin la autorización de la otra persona. Anteriormente las víctimas de estos delitos, así como de violaciones a derechos humanos, eran las más olvidadas, sin tener una mínima reparación.
La Ley Olimpia surgió como resultado de la difusión de un video con contenido sexual no autorizado de una mujer en Puebla, donde se impulsaron distintas reformas al Código Penal para sancionar este tipo de conductas.
Para todos
En este tenor, la violencia en el tipo que sea es una cuestión que no se debe normalizar. Porque si existe violencia es que no se identificó ni se trabajó el problema para buscar una solución, sino que se dejó avanzar.
Es de vital trascendencia recordar que la mediación, a través de sus herramientas y sus técnicas, posibilita a las personas evitar que se judicialicen los conflictos; es preferible no aplicar una ley porque un asunto se arregló preventivamente que porque no es efectiva.
La Ley Olimpia está haciendo su función e incluso su aplicación no es exclusiva de mujeres sino, como debe ser en un Estado de Derecho, de manera general para todas las personas que la necesiten, como el caso en días pasados para un hombre en Coahuila.
Es de imperiosa necesidad transmitir a todos los sectores de la sociedad la idea de que si alguien comete un ilícito debe ser castigado, pero es de suma importancia mejorar el acceso a la justicia y que los ciudadanos puedan acudir a otros mecanismos alternos de solución de conflictos.
La violencia no tiene un fin: afecta a todos. Y mientras menos justicia exista la violencia seguirá acechando como una plaga a otros sectores de la vida.