En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo, las Naciones Unidas establecieron como tópico principal “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo del Covid-19”.
Durante estos tiempos de pandemia muchas de las mujeres se han encontrado en las primeras líneas de la crisis, tanto en el sector salud como el educativo, de acceso a la justicia, económico o político.
Todo esto pone de relieve la importancia de las contribuciones de las mujeres. Vemos en el mundo grandes ejemplos de éxito en la dirección de los gobiernos y ahora en la gestión de la pandemia a jefas de Estado como las de Finlandia, Alemania, Islandia o Nueva Zelanda, entre otras.
Por ello defender los derechos de las mujeres no solo debe hacerse en el discurso sino integrarse de distintas perspectivas, políticas públicas y programas que permitan el pleno potencial de cada una ellas, atacando temas tan importantes como la desigualdad o la violencia en cada uno de los sectores, principalmente en el mundo de la política, o poner especial atención a los incrementos exponenciales de la violencia en los hogares.
Esto nos remite a los últimos hechos que lamentablemente han sucedido en México, específicamente sobre la candidatura de Félix Salgado Macedonio al gobierno de Guerrero ya que ha sido señalado y denunciado en múltiples ocasiones por violencia sexual y pareciere que para algunas autoridades estas manifestaciones fueran nimiedades.
Lo más preocupante de esto es la actitud del actual gobierno ante este tipo de expresiones por parte de las mujeres: sin empatía ni preocupación por el contexto actual de violencia. Incluso es inconcebible que el mismo presidente menosprecie o ponga en duda las denuncias de violencia sexual contra Salgado Macedonio.
Lineamientos
Nos preguntamos: ¿qué debe pasar para que el presidente ponga un poco de cuidado en las mujeres?; ¿cuántas mujeres deben ser ultrajadas, violentadas para que los gobiernos actúen verdaderamente y no solo se quede en el papel?; ¿son tan altos los acuerdos políticos para que estén por encima del bienestar social, familiar o personal?, ¿qué costos se tienen que pagar?
La violencia es algo que no podemos darnos el lujo de normalizar y menos en situaciones que tengan que ver con una persona que pretenda ocupar un cargo público, en primer lugar por la misma trascendencia de este.
Si recordamos el pasado mes de noviembre de 2020 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación los lineamientos para que los partidos políticos nacionales y, en su caso, los partidos políticos locales prevengan, atiendan, sancionen, reparen y erradiquen la violencia política contra las mujeres en razón de género. Un avance significativo, siempre y cuando se cumplan cabalmente.
Dichos lineamientos tienen su razón de ser no por una cuestión meramente novedosa sino a través de diversas situaciones que durante estos últimos años han exigido las mujeres. Y como punto de partida la creación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la misma campaña internacional #HeForShe o diversas reformas a Constituciones estatales o códigos electorales para limitar la esfera de acción de personas que deseen ocupar un cargo de elección pública.
Lo idóneo sería que además de demostrar ciertas capacidades o aptitudes se compruebe que no cuentan con antecedentes ni registros de condena por conductas infractoras de violencia familiar y doméstica, delitos sexuales o morosidad alimentaria. Ello representa una situación de respeto para la ciudadanía, porque desde nuestra perspectiva quien busca alguno de estos cargos debe conducirse de forma congruente, pensar, decir y actuar de conformidad a un máximo bienestar social y por ningún lado la violencia en cualquiera de sus expresiones tiene cabida.
Hoy, y aún con los estragos de la pandemia, es momento propicio para repensar y generar las mejores directrices para una participación activa y plena por parte de las mujeres en la vida pública y en cada uno de los sectores de la sociedad. Asimismo implementar mecanismos eficaces para la eliminación de la violencia y para el empoderamiento de las mujeres y las niñas, para que en un futuro próximo se puedan desempeñar como grandes líderes de los Estados y de las naciones.
El 8 de marzo nos hace recordar lo importante que son las mujeres no solo este día sino en cada día de nuestra existencia. Todo lo que ellas pueden aportar es de gran trascendencia e indefectiblemente sumará y potencializará la construcción de un mundo más justo e igualitario. Ese mundo que necesitamos.
¡A las mujeres que día a día luchan les recordamos que no están solas!