SEGURIDAD PÚBLICA Y GUARDIA NACIONAL

“Crear escenarios no bélicos, sin violencia”.

Tomás Caparroso
Columnas
Organizar la paz.

Entre los grandes retos del Estado y del Derecho está el de establecer un orden que permita a las personas que cohabitan vivir en armonía y organizadamente, con desarrollo y progreso social, así como contar con medios legales para resolver los conflictos que se les presenten como producto de esas mismas interrelaciones.

Una de las formas de lograr que esto suceda es mediante la función de la seguridad pública, consistente en tener los medios de protección y garantía para que las personas y sus familias puedan desenvolverse socialmente en paz y con la posibilidad de ejercer sus derechos libremente.

Quien lo lleva a cabo es una institución policial que dentro de sus fines busca prevenir y erradicar los hechos ilícitos que se puedan ocasionar en la sociedad y que afecten los derechos de las personas.

Es importante referir que esta institución debe ser un cuerpo policial civil, capacitado para dichas labores. En México en las últimas semanas se ha puesto de relieve la implementación de una Guardia Nacional (GN), pero con elementos que en parte son de la milicia y supervisados por esta, es decir, ampliar la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública.

De inicio, por los contextos de violencia, podría tornarse como una medida idónea. Sin embargo, se ha visto que dotar de mayor poder a las Fuerzas Armadas puede convertirse en un problema por la misma capacitación de los militares en la atención de la seguridad pública.

Recordemos que dentro de las funciones de las Fuerzas Armadas están defender y conservar la independencia nacional, la seguridad y estabilidad de la República, el honor y la soberanía nacional, así como asegurar el imperio de la Constitución política para garantizar la estabilidad del gobierno legalmente constituido. Es decir, funciones distantes de la seguridad pública de los ciudadanos.

Derechos humanos

El punto principal es que la GN en su mayoría está conformada por militares, quienes no están capacitados para esas tareas que implican una mayor sensibilidad, empatía y comunicación con los ciudadanos.

Hemos podido observar que las funciones de los militares han traído como resultado distintas violaciones a los derechos humanos de las personas, así como de diversos grupos vulnerables; cuestiones como desapariciones forzadas, que no solo afectan a esas personas sino también a sus familias y a las sociedades. Con la presencia del Ejército en las calles se ha incrementado el número de violaciones a los derechos humanos.

En este sentido, si se pretende establecer una función eficiente de la seguridad pública es necesario contar con cuerpos civiles policiales capacitados, especialmente en contextos de derechos humanos, así como de mediación policial, un procedimiento que permita solucionar de la mejor manera los conflictos que las personas les puedan presentar.

La vía para buscar construir la paz es crear escenarios no bélicos, sin violencia y en el que se empodere a todos los ciudadanos en este tema de gran importancia: mediación y cultura de paz, no solo como un procedimiento sino como parte de nuestra vida.

Ya nos hemos podido dar cuenta de que la mediación no solo resuelve los problemas sino que los resuelve de la mejor manera, en un contexto de paz y cordialidad.

Recordemos que Aristóteles decía: “No es suficiente ganar la guerra, es más importante organizar la paz”.