LA LIBERTAD SE RESUME EN SEGURIDAD

La libertad se resume en en reconocer que mis derechos no pueden limitar los derechos de otros.

Ángel Hernández
Columnas
Foto: Especial
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El periodista y escritor inglés Alan Riding afirma que el desaliento por la democracia en América Latina se profundiza porque la corrupción “es más visible que nunca”. Esa situación, agrega, trae como consecuencia el debilitamiento de los sistemas democráticos en la región.

Testigo y protagonista —como informador— de sucesos históricos en Latinoamérica que incluyen revoluciones, golpes de Estado, guerrillas y transiciones de gobiernos en el último cuarto del siglo XX, Riding destaca que es preocupante el auge de populismos xenófobos en Europa, resultado del cansancio hacia los partidos tradicionales frente al bajo crecimiento económico y los cambios socioculturales provocados por la inmigración.

Expresa que el vacío político que se produce en esas circunstancias se llena fácilmente con opiniones extremistas y simplistas. Y advierte de la peligrosa fragmentación del panorama político que incluye una dimensión populista. “Los pueblos suelen querer soluciones fáciles y utópicas; y no solamente en América Latina”.

—¿En qué situación se encontraban las libertades cuando en la región eran comunes las revoluciones, los golpes de Estado y/o las guerrillas?


—En países con dictaduras, como en Chile con Augusto Pinochet y en Cuba con Fidel Castro, obviamente no había libertad de expresión. Sin embargo como corresponsal extranjero dependía de colegas periodistas nacionales, quienes me contaban lo que pasaba, aunque ellos mismos estaban sujetos a censura o amenazas.

Menciona que en algunas naciones las dictaduras querían fingir que existía democracia y permitían (aunque después cerraban) periódicos y estaciones de radio que se atrevieron a ser libres, como La Prensa en Nicaragua o Radio Ñandutí en Paraguay. En Brasil varios periódicos dejaban espacios blancos por la censura de artículos.

“Cuando se oían voces independientes eran a menudo las de valientes obispos. Sin embargo, en general, las denuncias más fuertes venían de exiliados, lo que ayudó a concienciar a la opinión pública internacional”, puntualiza.

—Usted ha dicho que hay un desencanto con la democracia en Latinoamérica. ¿Qué dilema enfrentan hoy las libertades en la región?

—Lamentablemente este desencanto se profundiza, principalmente porque la corrupción es más visible que nunca. Irónicamente eso también es resultado de más libertad en el sentido de que, sobre todo en los medios sociales, se dice todo. Y una consecuencia ha sido el debilitamiento del sistema partidista en muchas democracias.

Asegura que varios gobiernos de izquierda y de derecha optaron por la vía populista con el objetivo de cancelar la crítica que viene de los medios tradicionales, pero con resultados matizados.

Riding refiere que un líder que dice que la prensa miente inevitablemente despierta la pregunta de si no es él quien miente. Y menciona el ejemplo de Donald Trump para resaltar el hecho de que varios líderes con instintos autoritarios y mesiánicos tratan de hablar directamente al pueblo sin la intermediación de los periodistas.

“No obstante para referir un dicho: no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo. Al final de cuentas se juzgan los gobiernos por lo que hacen, no por lo que dicen”, asevera.

Peligros

—¿Hasta qué grado se encuentran en crisis las democracias liberales en el mundo y los valores que representan?

—El auge del populismo xenofóbico en Europa preocupa bastante y es resultado del cansancio de los partidos tradicionales frente al bajo crecimiento económico y los cambios socioculturales provocados por la inmigración. El vacío político fácilmente se llena con opiniones extremistas y simplistas aunque, como se ha visto en Grecia e Italia, no ofrecen soluciones concretas.

Añade que “el caso británico también exhibe los peligros del populismo ya que la idea que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea sea la solución a la concentración de riqueza y el descontento de una clase obrera empobrecida, es otra ilusión”.

En Polonia, Hungría y la República Checa “los gobiernos nacionalistas han presionado a la prensa libre, siempre en nombre del pueblo. Por ejemplo Viktor Orban, el mandamás en Hungría, promueve la noción surrealista de ‘la democracia iliberal’ para justificar su autoritarismo. Pero no conoce un principio de la política: la rueda de la fortuna”.

—¿Cuál es el peligro de perder la fe en las democracias liberales en la actualidad, como ocurrió en los treinta en Francia? Usted lo expone en su libro Y siguió la fiesta…

—En los treinta las opciones eran el comunismo o el fascismo. Hoy no hay espacio para ni uno ni el otro, pero en vez de eso se ve una fragmentación peligrosa del panorama político, que incluye una dimensión populista. Los pueblos suelen querer soluciones fáciles y utópicas. Y no solamente en América Latina. Con la caída del Muro de Berlín para Europa oriental la democracia capitalista parecía ser esta solución. Pero la libertad de mercado genera abusos que la democracia no ha sabido contrarrestar. Solo en Francia, donde vivo ahora, hay un presidente con una visión clara y europea, pero no le ha sido fácil persuadir al resto de la región de que la Unión Europea es la única solución para evitar un retorno a lo peor del pasado.

—¿Qué nos enseña la historia reciente acerca del papel que juegan las libertades como expresión fundamental de los sistemas democráticos?

—Como prioridad antes de la libertad de votar está la libertad de sobrevivir. En otras palabras: creo que a las mayorías les importa más tener casa y comida, acceso a educación de calidad y transporte público, un buen servicio de salud pública y un mercado de trabajo que ofrezca salarios suficientes para vivir dignamente. Es solamente cuando los gobiernos fallan en estas áreas que surge interés en la democracia electoral o aun en la libertad de expresión. Cuando un país está a la deriva, cuando no existen buenas perspectivas económicas o cuando líderes están tentados a disfrazar el populismo como si fuera progreso, la necesidad de voces independientes se hace urgente.

—¿Para usted qué es la libertad?

—Para mí la libertad se resume en un sentido de seguridad: de poder caminar, viajar, pensar, escribir y opinar sin temor. De vivir en un Estado de Derecho donde obedezco la ley y las leyes respetan mi privacidad; de reconocer que mis derechos no pueden limitar los derechos de otros. En términos nacionales una definición que me gusta es más sencilla y más difícil: la mejor expresión de libertad de un político es cuando acepta con dignidad que haya perdido una elección.

Alan Riding es periodista y escritor. Durante 13 años fue corresponsal en México de los periódicos The New York Times y The Financial Times. En su labor como periodista le tocó ser testigo y protagonista de sucesos históricos en Latinoamérica como revoluciones, golpes de Estado, guerrillas y transiciones de gobiernos en los setenta y ochenta. Es autor de varios libros, incluyendo Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, obra clásica de la relación de México con Estados Unidos. También escribió Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupado por los nazis.