“LA LITERATURA NO PUEDE DERRIBAR UN GOBIERNO INJUSTO”

La libertad no está dada: se construye cada día; no es un regalo, es una conquista.

Redacción
Columnas
Foto: Especial
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Por Clauduia Luna Palencia

La complejidad de narrar una historia y que llegue a calar en la sensibilidad de varios lectores implica que sean muy pocos los escritores ubicados en las cumbres altas de la literatura.

Además de una buena historia es primordial el recurso de una exquisita retórica. Y eso lo resume el escritor Javier Cercas, quien obtuvo uno de los galardones más importantes de las letras españolas, el Premio Planeta 2019, por su libro Terra Alta.

En entrevista exclusiva para Vértigo el autor español comenta lo trascendental que es defender la libertad y la democracia como valores cuya plenitud deben pervivir en pleno siglo XXI.

“El escritor tiene dos vertientes: una es como novelista y otra como articulista. Son cosas muy distintas, aunque en ambos casos trato de escribir lo mejor posible, desde luego”, apunta el también columnista del periódico El País.

Cercas esgrime que en el fondo el articulista y el novelista son bastante opuestos porque, por ejemplo, “no es lo mismo defender la libertad en una novela” que defenderla en un artículo.

“Las verdades de las novelas no son nunca verdades claras: son siempre ambiguas, contradictorias y poliédricas… Las novelas son útiles siempre y cuando no se propongan serlo, porque en cuanto se lo propongan se convierten en propaganda de la pedagogía y dejan de ser novelas; de tal forma que no se puede convertir una novela en un panfleto, ni siquiera en las mejores causas. Y es que las novelas funcionan de otra manera; las verdades de las novelas son a menudo, como digo, contradictorias; en cambio, en un artículo al final con las declaraciones uno tiene que tomar partido, sobre todo cuando las situaciones son tensas”, añade.

¿Y si hay que elegir? Entre la libertad y la esclavitud, dice Cercas, uno tiene que elegir la libertad, la democracia y el Estado de Derecho, mientras que en una novela “lo que hacemos los novelistas es formular preguntas complejas” y además “no responderlas”: es el lector, si acaso, quien puede contestar.

De ese proceso creativo en una novela un canalla tiene que tener tan buenos argumentos como una buena persona; en la novela en general y al lector en particular, subraya el autor nacido en Cáceres, hay que complicarle la vida, mostrarle que las cosas son más complejas y ricas de lo que parecen.

—¿Qué encontrará un lector en Terra Alta?

—Cada lector encontrará cosas distintas. Antes que nada es un libro apasionante. Cuenta un thriller en un lugar llamado Terra Alta, una comarca que ni siquiera los propios españoles conocen —porque es un poco apartada—, un territorio silencioso, tranquilo y bastante pobre del sur de Cataluña; digamos como de western, de película de vaqueros.

Se trata, expresa, “de un lugar en el que nunca ocurre nada y de repente una mañana aparecen asesinados de manera brutal los propietarios de la empresa Gráficas Adell; la investigación la lleva Melchor Marín, un joven que se hizo policía gracias a Los Miserables y por eso su hija se llama Cosette”.

Entonces, prosigue Cercas, la novela lo que cuenta por un lado es la investigación de ese terrible crimen y las consecuencias; y, por otro, el pasado de Melchor Marín: “Y por esa doble vida la novela se convierte en una reflexión sobre los temas universales centrales en México o en España o en cualquier lugar del mundo de la literatura y lo que hace es convertir lo particular en lo universal”.

—¿Qué reflexión deja?

—El libro es una reflexión sobre el valor de la ley, sobre la posibilidad de la justicia y sobre la legitimidad de la venganza conectados; y es la epopeya de un hombre en busca de su lugar en el mundo. A mí me gustaría que esta novela fuera enormemente entretenida, una de esas que el lector no puede abandonar y le plantee problemas serios.

La literatura, repite convencido Cercas, es un placer; pero un placer que da conocimiento y también proporciona libertad al espíritu, a la creatividad del lector que saca sus hipótesis. “Las novelas hacen hombres y mujeres libres. Es verdad, sí, hacen hombres y mujeres rebeldes capaces de decir no, que es lo más difícil; tenemos que Don Quijote es un lector de novelas y es un hombre capaz de decir no a muchas cosas y encima sabe vivir grandes aventuras. Las novelas enseñan a querer una vida distinta, nos enseñan a aspirar a la aventura más intensa y definitiva, que es vivir una vida sin ataduras”.

Y reflexiona con aire filosófico: “Eso hace que todo lector sea un rebelde en potencia. Por eso el poder, cualquier poder, a lo que teme de verdad es a los lectores. Porque lo que quiere el poder es gente dócil, sumisa, que diga sí a todo, mientras que el lector es por definición insumiso y rebelde por ver otros mundos distintos a los que vive; entonces eso es lo que define al lector”.

—Es maravilloso cuando un escritor inteligente hace referencia a otro como Víctor Hugo, que plasma los idearios de libertad, igualdad, fraternidad y, sobre todo, de la libertad contra la opresión y el odio a la podredumbre…

—Bueno, es que Los miserables es una obra tremenda, cumbre e irresistible. En mi novela tiene un papel fundamental porque Melchor Marín es un chaval salvaje que hace todo tipo de barbaridades a lo largo de su vida hasta que un día, en la cárcel, tras leer Los miserables se vuelve totalmente loco, descubre su vocación profesional y descubre que quiere ser policía… porque considera que en una democracia la ley es la última defensa del pobre y de los indefensos frente a los ricos y los poderosos; y en Los miserables descubre un espejo de su propia vida.

—El escritor mexicano Carlos Fuentes, Premio Príncipe de Asturias, dilucidaba que no existe la libertada hasta que no la busca uno mismo. ¿Qué opina al respecto?

—La libertad es algo personal, es indudable. La libertad no nos la pueden dar: nos la ganamos. Incluso en el país más libre del mundo se puede ser esclavo si uno no es capaz de forjarse una vida a su manera. Y es que además la libertad no está dada: se construye cada día; no es un regalo, es una conquista.

—En este mundo de la sociedad de la información pululan las fake news. Hay además una exaltación del individualismo, del ostracismo y hasta de ir contra los ideales fundamentales. ¿Cree que el compromiso de la literatura es mucho mayor ahora?

—La literatura es importante sea cuando sea, pero no opera como la política o como el periodismo; la literatura cambia a la gente pero los cambia uno a uno, muy lentamente, no puede derribar a un gobierno injusto, no puede enderezar una situación dramática ni acabar con la violencia, con el narcotráfico… La literatura cambia a la perfección el mundo de los lectores. Es un modo mucho más lento, pero probablemente más profundo. Pero no le pidamos a la literatura lo que le pedimos al periodismo o a la política o a la historia: no funciona así.

—¿Qué escritores son referentes de usted?

—Muchos latinoamericanos: Borges, Bioy Casares, García Márquez, Rulfo, Paz… Yo no soy un escritor español: soy un escritor en español. Usted hablaba de Fuentes, él hablaba del territorio de La Mancha: ese es nuestro territorio, el territorio de la lengua española.

Perfil

Javier Cercas (Cáceres, España, 1962). Escritor, licenciado en Filología Hispánica y profesor de Literatura en la Universidad de Gerona. Su obra, traducida a más de 30 lenguas, incluye las siguientes novelas: El móvil, El inquilino, El vientre de la ballena, Soldados de Salamina, La velocidad de la luz, Anatomía de un instante, Las leyes de la frontera, El impostor y El monarca de las sombras. También ha publicado libros misceláneos (Una buena temporada, Relatos reales, La verdad de Agamenón y Formas de ocultarse) y ensayos (La obra literaria de Gonzalo Suárez y El punto ciego). Ha recibido además varios premios de ensayo y periodismo, así como diversos reconocimientos al conjunto de su carrera, como el Prix Ulysse, en Francia, o el Premio Internazionale del Salone del Libro di Torino, el Premio Friuladria, el Premio Internazionale Città di Vigevano, o el Premio Sicilia, todos ellos en Italia. Recientemente obtuvo el Premio Planeta 2019 por su obra Terra Alta.