“REEDUCAR Y RECONSTRUIR LA MASCULINIDAD TRADICIONAL”

Martha Mejía
Columnas
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Yvón Carrillo Ascencio, feminista, sicóloga y cofundadora de la Línea de Atención Emocional a Mujeres en Crisis, de la Red de Psicólogas y Terapeutas Feministas MX, platica en entrevista respecto del porqué del incremento de la violencia contra las mujeres en esta época de confinamiento.

—¿Qué es el feminismo?

—Podemos reflexionarlo como conciencia y acción. Sin embargo no puede haber una sola definición del feminismo: es como si tratáramos de definir qué es ser mujer. Lo que define al feminismo es ese reconocimiento consciente de las relaciones desiguales que existen entre hombres y mujeres, una desigualdad que nos pone en desventaja a las mujeres, pero que también perjudica a los hombres. El punto es que no solo marchando o siendo parte de un colectivo se es feminista: se es feminista en el ámbito más privado y más cotidiano.

—¿Cuál es la labor que realiza la Línea, cómo hacen este acompañamiento?

—Actualmente somos 36 sicoterapeutas. Contenemos y ayudamos a visualizar posibles vías de solución que tienen las usuarias. También identificamos la red de apoyo con la que cuentan, porque finalmente se trata de devolverle a la mujer su capacidad de resolver y de empoderarse sobre sus problemas.

—¿Con qué tipo de problemáticas llegan estas chicas?

—El tema más urgente y más recurrente en ellas es la violencia en todos sus niveles. Casi siempre se trata de violencia por parte de su pareja emocional. Resulta muy alarmante que desde que empezó la Línea (en el mes de abril) la violencia es el tema prioritario de consulta. Hasta el momento atendimos a más de 700 mujeres. Si bien la mayor parte de nuestras consultantes se concentra en la Ciudad de México y el Estado de México, también atendemos a mujeres de Guanajuato, Chihuahua, Morelos, Oaxaca, Sonora e incluso de fuera del país, como Argentina, Colombia, Italia, Venezuela, Ecuador y Perú.

Autorreflexión

—En tu opinión ¿de dónde surge esta violencia?

—Tiene que ver con un sistema patriarcal de predominio de poder por parte de los varones. Con esta autoridad, no solo en lo económico, intelectual o moral sino incluso de desarrollar un sentido de pertenencia hacia las mujeres, sobre su vida, sobre su cuerpo, hablamos también de violencia física, sicológica y hasta sexual.

—¿Cómo podemos deconstruir estas ideas surgidas en el patriarcado?

—Definitivamente tenemos que seguir haciendo mucho más ruido en distintos ámbitos, como el laboral o el familiar, para que no solo nosotras sino toda la sociedad se cuestione y deje de dar por establecidos los valores que sostienen a este patriarcado, al machismo. Así como el feminismo toma fuerza gracias a esta autorreflexión en nosotras, los hombres tendrían que pasar por este mismo proceso. Hay que reconocer y analizar esas pautas que construyen su masculinidad, que puedan repensar cómo se vinculan no solo con las mujeres sino también con los hombres, consigo mismos, con su cuerpo. Y reconocer en ello cualquier ejercicio de dominio, empezando por lo más simbólico de ideas, palabras, acciones. Eso sin duda ayudará a frenar prácticas patriarcales.

—¿Qué es lo más urgente por atender en el tema de violencia y equidad de género?

—Las relaciones (sanas) entre hombres y mujeres. Es una cuestión de prevención, de construir una cultura más consciente y más justa, una reeducación emocional. El segundo lugar de las llamadas que recibimos se deben a las rupturas emocionales; el amor —que tiene que ver en gran medida con la infidelidad por parte de ellos—, las mentiras y el engaño están en el primer escalón del violentómetro. Son conductas que se normalizan y cuando escalan llegan a niveles alarmantes. Estos temas nos indican la urgente necesidad de una reeducación emocional y de reconstrucción de la masculinidad tradicional.