Bianca Pérez, feminista, sicóloga y coordinadora general de Sorece, asociación de sicólogas feministas, platica sobre la importancia de que las instituciones que imparten justicia manejen una debida perspectiva de género para evitar segundas y hasta terceras revictimizaciones contra las mujeres.
—¿Qué es lo más urgente por atender en este tema?
—Que se pueda implementar la perspectiva de género en todos los aspectos desde las instituciones que se encargan de la impartición de justicia, que haya más jueces, asesoras y asesores jurídicos con perspectiva de género. Por ejemplo, me tocó acompañar a la señora Araceli Osorio en el juicio de Lesvy y lo que vi es que no tienen ni la mínima idea de perspectiva de género, a pesar de que es un tribunal especializado. Si los jueces no tienen esta formación, menos los policías o las personas que no tienen una formación académica. Por eso se siguen reproduciendo estas violencias.
Añade que “otro elemento que hemos notado es que no hay muchos terapeutas con perspectiva de género, mucho menos feministas. Entonces se revictimizan los espacios que son para sanar. Como consecuencia muchas mujeres terminan viviendo dobles o triples violencias: las que les hicieron en casa, la revictimización que le hizo el Estado y la que les hacen cuando les brindan ‘atención’ por sus emociones”.
—¿Cuál es la recomendación hacia las mujeres víctimas de violencia?
—Que sepan que no están solas. Hay muchos espacios donde tenemos esta especialidad. Somos sensibles a la situación que padecen y pueden encontrar ahí lo que necesitan para sanar, desde su autoestima, su autoconcepto, recuperar la autoconfianza. No hay que dejar que la violencia crezca. Desde las primeras señales de violencia sicológica, antes de que llegue la violencia física, se debe acudir a buscar este apoyo sicoespecializado para evitar llegar a un feminicidio.
Durante la cuarentena, confirma, “ ha aumentado el número de personas que solicitan nuestro servicio, sobre todo el de emergencia; llaman muy tarde o en la madrugada; nos comentan que en ese momento requieren la ayuda porque están en una crisis severa o necesitan refugio. En ese caso Sorece no tiene capacidad para darles un espacio para vivir y las canalizamos a la Red Nacional de Refugios. Desafortunadamente la mayoría nos ha comentado que ahí también ya están saturados.
Acoso
—¿Cuál es la exigencia que ustedes como asociación harían al Estado?
—La exigencia principal es que no minimicen las cifras de violencia que hay. Señalan que no ha aumentado la violencia en la cuarentena y eso no es verdad. Vemos que cada vez nos mandan más mensajes. Tan solo nosotras atendemos de 500 a 700 mujeres a la semana en la Ciudad de México y la zona conurbada del Estado de México, como Ecatepec y Nezahualcóyotl. La exigencia es que den una mejor atención justamente para el proceso de denuncia, que haya una reparación integral del daño para las víctimas.
—¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan al realizar su labor?
—No tenemos financiamiento de ninguna institución pública; hay muchas personas que no pueden pagar su terapia o hacen un pago simbólico. Por ética profesional les damos el servicio sin cobrar, pero eso nos pone en conflicto de cómo obtener los recursos económicos para subsistir como asociación. Por otro lado, nos pasó que después de las manifestaciones de agosto del año pasado, como nuestra página de Facebook tiene muchas seguidoras feministas, el Estado nos empezó a vigilar. Tuvimos patrullas afuera de la asociación acosándonos; tuvimos que levantar una denuncia ante derechos humanos por esta situación ya que en lugar de ayudarnos y cuidarnos nos estaban acosando solamente por ser feministas. En ocasiones nuestra labor se torna complicada, pero mientras haya mujeres que requieran nuestra ayuda seguiremos brindándoselas.