LAS FEMINISTAS HACEMOS EL TRABAJO QUE EL ESTADO NO HA PODIDO HACER

La deuda histórica que tienen con las mujeres es donde deben poner su atención.

Martha Mejía
Columnas
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Renata Villarreal, feminista, abogada y activista, vocera de la colectiva Marea Verde, platica en entrevista sobre la violencia de género que se vive durante el confinamiento por la crisis sanitaria y la ola de embarazos no deseados que prevé vendrán como consecuencia.

—¿Qué es el feminismo?

—Es lograr la igualdad de derechos para las mujeres del mundo y vivir una vida libre de violencia de género. Por medio de Marea Verde promovemos un feminismo en el que apoyamos a mujeres que sufren cualquier tipo de violencia, sobre todo las que son mamás y tienen el tema de pensión alimenticia y violencia intrafamiliar. Desde hace un año también damos contención a sobrevivientes de violencia sexual y a sus familias.

—¿Qué opina de la marcha del 8 de marzo?

—Fue diferente a todas las marchas que hemos tenido. Por primera vez se convocó a mujeres que no fueran feministas. Incluso fueron mujeres provida. La marcha logró unificar un feminismo donde entramos todas con nuestras creencias y vivencias. Eso fue lo más enriquecedor. También se logró meter esas conversaciones a la agenda familiar, con los amigos del trabajo, en las oficinas… Muchas veces son temas que no se abren pero es muy importante abrirlos en la agenda con nuestros círculos cercanos.

—¿Cuáles son los puntos más urgentes que atender sobre la violencia de género?

—Durante la emergencia sanitaria por Covid-19 lo más urgente es atender la seguridad de las mujeres adentro de sus casas. Sabemos que la mayoría de las violencias que vivimos se dan en nuestro círculo más cercano y privado. Lo segundo es la cantidad de embarazos no deseados que van a venir después del confinamiento, no solo por la violencia sexual que se vive dentro de las casas por parte de familiares, esposos y de parejas sino además porque la ONU estima que 47 millones de mujeres se van a quedar sin métodos anticonceptivos: viene una ola de embarazos no deseados impresionante. Además creo que debemos preocuparnos y ocuparnos por la salud mental de las mujeres en este tiempo.

Máscaras

En cuanto a la violencia de género en general, añade Villarreal, “es importante seguir tejiendo redes de apoyo, luchando para que las denuncias realmente lleguen a ser denuncias y que los agresores y feminicidas sean juzgados y castigados. Tenemos mucho trabajo por ese lado ya que en solo una de 100 denuncias el agresor llega a pisar la cárcel; y tal vez no con sentencia”.

—¿Qué tan abierto o tan dispuesto está el Estado a apoyar el movimiento?

—No podría hablar del Estado o del gobierno porque eso finalmente son hombres: es poder y son personas con las que no platico. Pero sí puedo nombrar a tres mujeres que trabajan dentro de instituciones para las mujeres con las que estamos en contacto y apoyan la causa, brindándonos muchas herramientas para poder seguir trabajando. Creo que ellas entienden muy bien el compromiso que tienen con las activistas porque finalmente hacemos el trabajo que el Estado no ha podido hacer.

—¿Cuál es la recomendación o la exigencia para el Estado en este tema?

—Quitar máscaras sobre querer resolver un problema, cuando realmente no se está resolviendo nada y ni siquiera se ve la intención de querer hacerlo. Nosotras somos 52% de la sociedad: no somos la minoría. Y el trabajo no remunerado de las mujeres, de las madres, de las amas de casa es lo que sostiene a la sociedad. Lo estamos viendo justamente en esta cuarentena. La exigencia es que se nos dé el lugar que merecemos y que se nos debe. La deuda histórica que tienen con las mujeres es donde deben poner su atención, capacitando a sus jueces, magistrados, ministerios públicos, porque de nada sirve que nosotras impulsemos la denuncia si no va a pasar nada. O lo que es peor: llevan a la mujer que denuncia de regreso a su casa, junto a su agresor. Entonces nosotras podemos luchar mucho pero si del otro lado no estamos obteniendo resultados no hay mucho que podamos hacer, más que tejer redes entre nosotras y seguir exigiendo y luchando.