“LAS MUJERES ENFRENTAN VIOLENCIA POLÍTICA DE GÉNERO”

Lo Que Yo Quiero con Georgina Cárdenas Acosta

Martha Mejía
Columnas
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Georgina Cárdenas Acosta, feminista, doctora en Antropología Social por la ENAH, maestra en Estudios de Género por el Colmex, jefa de la carrera de Sociología en la FES Aragón y colaboradora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género CIEG-UNAM, platica en entrevista sobre qué es y por qué se da la violencia política en razón de género.

—¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrenta una mujer al acceder a cargos públicos dentro de la política en México?

—Uno de los principales obstáculos en América Latina que enfrentan las mujeres son sus partidos políticos. Aquí en México son la principal vía de acceso de las mujeres a espacios de toma de decisión, ya sea para cargos de elección o para ser parte de la administración pública; pero se tiene por parte de estas instituciones una serie de resistencias. De ahí que se hayan generado una serie de normativas para limitarlas (a las resistencias). No obstante, a pesar de que ya tenemos normatividad que atiende, sanciona y busca prevenir la violencia política contra las mujeres por razón de género, esta sigue siendo otro obstáculo; es decir, las mujeres enfrentan todo este tipo de situaciones de violencia siendo precandidatas, candidatas, ejerciendo el cargo e incluso saliendo del cargo.

—¿Cuál es la situación?

—No les encantan las mujeres con autonomía, porque muchas veces ese tipo de actitudes las toman como indisciplina partidista: se espera que haya mujeres sumisas que solo reciban instrucciones. Recientemente fui lectora de una tesis de maestría de la Universidad de Tlaxcala, de Maricarmen Sánchez, quien expone cómo hay estrategias hasta de enamoramiento sobre las candidatas con la idea de atraparlas dentro de un amor romántico para que cuando ellas estén ejerciendo el cargo quien realmente esté al mando sea un hombre. ¡Esto realmente es impactante! Entonces esto va hacia una paridad simulada o usurpación permitida.

Definiciones

—¿Qué es la violencia política en razón de género?

—Es toda acción u omisión, con base en elementos de género, que tenga por objetivo o resultado limitar, anular o menoscabar el ejercicio de los derechos políticos y electorales de una o varias mujeres. Este decreto salió publicado el 13 abril de 2020 en el Diario Oficial de la Federación.

Añade Cárdenas que “el primer país que validó este término fue Bolivia, por ahí de 2012. De hecho ellos lo empezaron a analizar desde 2000. En ese lapso se hizo una Ley Modelo Interamericana de Acoso y Violencia Política Contra las Mujeres que México retomó en 2016 para hacer un protocolo. El siguiente año hizo otro protocolo, previo a la elección de 2017. Este protocolo, si bien no era una ley, sirvió como herramienta para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación comenzara a juzgar este tipo de violencia. Si bien es un concepto que suena como reciente, algunas investigadoras ya lo ubicaban desde el siglo pasado, nada más que lo llamaban obstáculos para la participación política de las mujeres. Pero ahora sí ya está en la ley y tiene más o menos 21 causales”.

—¿Qué se tendría que hacer para que funcione efectivamente?

—Que la gente lo conozca, porque es muy reciente. Lo que falta es que ahora las mujeres sepan cuál es el A, B, C para aplicarlo en caso de que enfrenten algún tipo de violencia política; incluso que sepan que hay un registro público de personas sancionadas por violencia política. Este tipo de procedimientos legales son un primer paso que permite eliminar las estructuras patriarcales. La idea es generar una reestructuración que promueva la igualdad real entre mujeres y hombres. Creo que vamos bien. México está siendo referente internacional. Pero sin duda debemos seguir trabajando; sobre todo en lo cultural ya que por decreto no se cambia la cultura. Mientras la gente no se quite el chip machista las cosas no van a cambiar. Ahí tenemos el caso de Guerrero, donde hay una persona acusada de ejercer una situación de violencia sexual y puede ser candidato, cuando en realidad no debió ser ni siquiera viable para precandidato.