Mijane Jiménez Salinas, feminista, licenciada en Derecho, candidata a diputada federal por Guerrero, presidenta de la organización Mano Amiga de la Costa Chica AC e integrante de la Colectiva de Mujeres Afromexicanas de la Costa Chica de Oaxaca y Guerrero (Muafro), platica sobre los retos y obstáculos que viven las mujeres afrodescendientes en México.
—¿Cuáles son las problemáticas de género que afronta su comunidad?
—Las violencias que nos atraviesan como mujeres afromexicanas son el patriarcado y el racismo estructural, que ya se institucionalizó. Es decir, no tenemos una política pública específica, no hay presupuesto, dentro del sector salud no hay prioridad para nosotras como para las hermanas indígenas. Incluso en temas de feminicidio tampoco somos nota para los medios de comunicación. También la hipersexualización de nuestros cuerpos, al pensar que por ser mujeres negras somos candentes y estamos siempre abiertas a la sexualidad.
—¿Cómo luchan para visibilizar estas violencias?
—Tenemos una agenda política que se ha presentado en diferentes instituciones gubernamentales y espacios de la sociedad civil. Tuvimos el reconocimiento constitucional en 2019, cuando entró en vigor la reforma del artículo 2 con la cual se reconoce a las comunidades y pueblos afromexicanos como parte de la composición pluricultural de la nación. Derivado de esto es que nosotras vamos sensibilizando. Trabajamos en el fortalecimiento de la identidad en nuestras comunidades todo el tiempo. Vamos tejiendo diferentes alianzas con otras organizaciones para ponderar siempre el empoderamiento de las jóvenes y niñas.
Otro eje temático que manejan, dice Jiménez, “es la participación política de las mujeres afromexicanas. La mayoría, sino es que todas las integrantes de Muafro hemos sido candidatas. Actualmente hay una regidora dentro de la colectiva; también una compañera que es coordinadora del sistema normativo comunitario. Sin embargo, falta sensibilizar aún más a la población afromexicana y decirles por qué es importante el proceso electoral”.
Espacios
—Luego de las elecciones ¿están conformes con los resultados en cuanto a representatividad?
—El INE contabilizó a seis personas afromexicanas, de las que solo conozco a una, que es el maestro Sergio Peñaloza. Él quedó como diputado plurinominal. Ese es uno de nuestros obstáculos: buscamos la participación política de las mujeres, pero quienes se quedan con los espacios de poder son los hombres. En su mayoría siempre que hay un espacio político el patriarcado lo gana. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas nombró un Centro Coordinador del Pueblo Afromexicano, único en el país, que coordina un compañero hombre, Hebert Ruíz. Igualmente hace años se institucionalizó la Subsecretaría para el Pueblo Afromexicano aquí en Guerrero, todavía sin presupuesto, pero la han ocupado dos compañeros.
—¿Por qué crees que se dé tanta resistencia?
—Tiene que ver con el cabildeo político. También con que nosotras no somos sumisas y todo este tiempo hemos cuestionado a la institucionalidad. Tiene que ver con que el pacto entre hombres es más fuerte, con una alianza estratégica por medio de la cual se ha realizado el cabildeo. Es decir, nos damos cuenta cuando los compañeros ya están al frente de esos espacios. Nunca nos enteramos del proceso ni somos partícipes de este. Entonces son acciones que se dan “bajo el agua”, no hay representatividad plena del pueblo afromexicano.
—¿Cuál es la ruta para lograr una mayor representatividad de género en las próximas elecciones?
—Seguir formando cuadros políticos con mujeres afromexicanas con capacidad política. Pero también nos hace falta el cabildeo y sensibilizar a los partidos políticos sobre el tema de la afromexicanidad, sobre todo en conocimientos acerca de nuestra identidad.