“URGE VISIBILIZAR EL TRABAJO DOMÉSTICO Y DE CUIDADOS”

Lo Que Yo Quiero con Edith Ortiz Romero

Martha Mejía
Columnas
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Edith Ortiz Romero, licenciada en Economía, especialista en Género en la Economía y académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, platica en entrevista sobre la urgencia de visibilizar el trabajo doméstico y de cuidados.

—¿Qué es el trabajo no remunerado y de cuidados?

—Es aquel que se realiza dentro del hogar. No es pagado porque no se reconoce como un trabajo sino como una actividad que se tiene que hacer y en su mayoría la realizan las mujeres. El trabajo doméstico es el que sirve para la reproducción social y la sostenibilidad de la vida; es decir, que las demás personas integrantes de la familia puedan hacer su vida fuera del hogar.

—¿Cuál es la importancia de visibilizar este trabajo?

—El reconocimiento se tiene que dar en dos sentidos. Por un lado, que se reparta entre las personas para que no recaiga únicamente en las mujeres; y, segundo, reconocer que implica tiempo: esto limita otras actividades que tienen que hacer las mujeres.

El trabajo doméstico, puntualiza Ortiz, “no se aprecia como una actividad esencial, por lo que no se reconoce como un trabajo, pero cuando se adquiere en el mercado cuesta. Por ejemplo, si contratas a una persona o agencia para que vaya a tu casa y haga un servicio de guardería, enfermería, apoyo en las tareas escolares, lavandería o servicio de limpieza pagas por todo esto. Esta es la importancia de reconocerlo: que sea repartido y que no solamente sea un trabajo que las mujeres deben asumir por tradición.

Impactos

—¿Cuáles son las desventajas que implica realizar trabajo doméstico, para quien lo realiza?

—El tiempo que se invierte al realizarlo. Las condiciones particulares que cada mujer tenga puede aumentar el trabajo de cuidados o del hogar, si a esto se le suma una jornada laboral remunerada. El trabajo de cuidados tiene que ver con cuántas personas son dependientes de ella; pueden ser niños, adultos mayores, personas con enfermedades crónicas, con enfermedades temporales… Esto aumenta mucho el trabajo y las limita para, por ejemplo, ingresar al mercado laboral con condiciones de jornadas más amplias y generar mayores ingresos económicos. Y con ello mayor autonomía. Puede limitar también su trayectoria académica o profesional, tanto para ingresar a estudiar otras cosas como para aceptar puestos jerárquicos de mayor responsabilidad, que requieren mayor tiempo.

—¿Qué tanto impacto generó el confinamiento sanitario por el Covid-19 en este tema?

—La Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2019 del INEGI refiere que antes de la pandemia la diferencia de horas entre la labor que realizan los hombres y las mujeres en México en torno del trabajo doméstico no remunerado es de 19 horas a la semana y en el trabajo de cuidados es de aproximadamente siete horas. Obviamente con la pandemia se incrementó el trabajo… y la desigualdad. Varias encuestas mencionan que hay un aumento en el cuidado de niños y niñas, ya que se cerraron todas las instituciones encargadas de la educación y ahora las mujeres tienen que ayudar a las tareas escolares, lo cual aumenta la dificultad para realizar su jornada de trabajo remunerado, sea presencial o en línea. Con la pandemia el trabajo de cuidados a enfermos también aumentó y sin duda también recayó en las mujeres. Es verdad que hay participación por parte de ellos, pero no es igual, no es equilibrada.

—¿Cuál es la recomendación para equilibrar el trabajo doméstico?

—Debemos apostar a la corresponsabilidad. Para empezar se tiene que reconocer este trabajo y el reconocimiento viene desde el hogar, reconocer su aporte y valor, además de repartir las actividades entre hombres y mujeres. También el Estado y las empresas deben responder con instituciones o medidas para el ingreso, por ejemplo, a instancias de salud, de cuidado y con permisos de paternidad y maternidad.