“VIOLENCIA OBSTÉTRICA: VER A LA MUJER COMO UN CUERPO QUE AGUANTA DOLOR”

Lo Que Yo Quiero con Guillermina Arenas Montaño

Martha Mejía
Columnas
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Guillermina Arenas Montaño, feminista, académica de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, especialista en enfermería y obstetricia con estudios de género, plática en entrevista sobre la violencia obstétrica y cómo denunciarla.

—¿Qué es la violencia obstétrica?

— Es parte de todos estos actos de poder masculino del patriarcado, que siempre han visto a la mujer en un plano inferior. La violencia obstétrica es toda acción u omisión por parte del personal de salud que atente contra los derechos, la salud, la dignidad, la integridad física y la privacidad de ellas, especialmente en lo relacionado con la salud sexual y reproductiva. Esta violencia se da durante la atención del embarazo y el parto.

La violencia obstétrica “puede ser verbal con frases groseras, faltas de respeto, frases que las discriminan, comentarios irónicos o discursos que las intimiden o que les atribuyan la culpa por estar gritando o por sentir dolor. También puede ser una violencia de tipo física, como toques vaginales repetitivos ante el trabajo de parto o realizar técnicas que no son necesarias como una cesárea. Incluso puede llegar hasta la discriminación de tipo social por color, raza, condición social, económica y religión”.

—¿A causa de qué se genera esta violencia?

—Se da por estas cuestiones del poder masculino. El médico por lo general tiene un poder legitimado por la institución, porque ha estudiado y las técnicas dicen que es lo correcto. Pero a veces son procedimientos que no se analizan bajo aspectos éticos, filosóficos y antropológicos. Eso lleva a ver a la mujer como un cuerpo que va a reproducir, que puede aguantar dolor, que puede ser maltratado y que no es importante que se atienda de una forma humanitaria. Por otra parte este aprendizaje humanístico no está en los planes de estudio, no es parte de la carrera y así se forma a los médicos (hombres y mujeres).

Derechos

—¿Cómo combatir y denunciar este tipo de violencia?

—Muchas veces las mujeres normalizan la violencia, la naturalizan. Porque es normal que todos las regañen, en casa, el esposo, el jefe… Entonces aquí (en el hospital) está bien si el médico o la médico, que tanto saben, lo hacen. Así, el cuerpo es visto como algo que ya no pertenece a las mujeres cuando entran al hospital sino que es parte de la institución, es parte de toda esta práctica médica hegemónica. Ellas piensan que tienen que obedecer ahí porque si no pueden morir o les pueden causar algún daño. Esto se puede evitar educando a las mujeres en cuestiones de salud sexual y reproductiva, pero también que sepan sobre sus derechos en este ámbito. En este sentido es muy importante denunciar de forma verbal y escrita estos actos de violencia que puedan padecer con las autoridades dentro de los hospitales y acudir incluso a las agencias del Ministerio Público.

—¿Cuál sería la recomendación para las instituciones de salud, para las universidades o para generar una política pública sobre este tema?

—Para eliminar la violencia obstétrica no basta con escribir y plasmar leyes y derechos: hace falta implementar programas al interior de las instituciones educativas y de salud a fin de cambiar las técnicas y los procedimientos desde la visión de las mujeres, no desde el enfoque exclusivo de la ciencia y de la tecnología. Actualmente en los espacios de salud también se margina mucho a las enfermeras, cuando no debería ser así, porque también ellas son universitarias y tienen un título y conocimiento basto. Muchas de ellas son especialistas en perinatología u obstetras pero en los hospitales no se han diseñado plazas para estas enfermeras. El poder lo tiene el médico, incluso aunque haya otras médicos mujeres en el mismo espacio. Cuando se suelte este poder y las enfermeras puedan ejercer precisamente la obstetricia, la perinatología en este espacio, que es el primer nivel sobre todo en áreas rurales, las cosas podrán cambiar para bien.