BIDEN PIERDE HASTA CUANDO GANA

“Las consecuencias podrían ser impredecibles”.

Lucy Bravo
Columnas
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Hace casi un año el mundo observó con horror las escenas de caos en el aeropuerto de Kabul que se desataron por la retirada de las fuerzas estadunidenses en Afganistán. En aquel entonces un ataque terrorista en las inmediaciones de la terminal aérea, que dejó 13 soldados estadunidenses muertos, marcó un antes y un después en la presidencia de Joe Biden.

Doce meses después otro ataque en Kabul despertó la esperanza del demócrata de haber superado el punto más bajo de su administración, pero Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, tenía otros planes.

No deja de sorprender que en menos de 24 horas Biden pasó de sonreír desde el balcón de la Casa Blanca mientras anunciaba la muerte de Ayman al-Zawahiri, el líder de Al-Qaeda, en un operativo en Kabul, a tratar de minimizar la escalada de tensiones con China. La situación llegó a tal punto, que la presidencia de Biden podría pasar a la historia como la que dio el último empujón al líder chino Xi Jinping para invadir la isla de Taiwán de manera definitiva.

De manera voluntaria o involuntaria la incapacidad del demócrata de desactivar esta bomba diplomática ha puesto en duda una vez más su liderazgo dentro y fuera de Estados Unidos. Aunque el gobierno estadunidense insista en que el viaje de Pelosi no altera en nada el apoyo a “la política de una sola China” con la que se compromete a reconocer al gobierno de Pekín más allá de los acuerdos comerciales y militares con Taipéi, el empecinamiento de la líder demócrata logró opacar el primer gran logro de Biden en política exterior.

Lo más probable es que la legisladora de 82 años, quien teme perder el liderazgo de su partido en las próximas elecciones intermedias, logre sus puntos de popularidad por desafiar al régimen chino, pero las consecuencias podrían ser impredecibles.

Destino

La respuesta de China, ya sea diplomática o militar, en nada ayudará a disminuir las tensiones internacionales por el conflicto que se vive en Ucrania y que quizá Pelosi olvidó mientras observaba el atardecer en las playas taiwanesas.

Pero la demócrata no es la única que provocó al gigante asiático en meses recientes. Tan solo en junio pasado, cuando se le preguntó si EU respondería militarmente si China invadía Taiwán, Biden respondió rotundamente que “sí” y reafirmó su compromiso de ayudar a defender la democracia en la isla. Y todo esto en medio de la ofensiva militar del ruso Vladimir Putin en Ucrania, que muchos temían envalentonaría a su homólogo chino.

Hay muchos paralelismos y advertencias flagrantes que podemos establecer entre ambas situaciones, ya que tanto Taiwán como Ucrania representan una deuda pendiente para los regímenes que los rodean. Al igual que Putin, lo único que los líderes chinos entienden y les importa es el poder. Cuando vean alguna debilidad en Taiwán o en sus aliados estadunidenses no dudarán en tomar acción.

Hace un año, durante el anuncio sobre la retirada de las tropas estadunidenses del territorio afgano tras 20 años de intervención, Biden señaló específicamente a China y Rusia como las principales amenazas para EU. Aseguró que mientras su gobierno siguiera atado a Afganistán sería menos capaz de abordar el desafío. Y al parecer tenía razón, solo que jamás se imaginó que en muy poco tiempo terminaría por tropezarse con el destino.

Lexema El historiador Paul Fussell dijo alguna vez que “si la verdad es la principal víctima en la guerra, la ambigüedad es otra”. Y claramente la política de “ambigüedad estratégica” que durante más de cuatro décadas dominó la postura de EU sobre Taiwán está muerta.