DE FARSAS Y TRAGEDIAS EN LA FRONTERA

La pandemia ahora da otro giro a las relaciones entre EU y América Latina.

Lucy Bravo
Columnas
Eagle Pass Border Potrol Agent Apprehend and Rescue
Jaime Rodriguez Sr/Jaime Rodriguez Sr

A dos meses de iniciar su gestión la luna de miel del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, podría estar llegando a su fin: mientras sus niveles de aprobación están más altos que nunca a raíz de la eficacia con la que logra combatir la pandemia de coronavirus y el recientemente aprobado paquete de ayuda económica que puso en las manos de los estadunidenses un cheque de mil 400 dólares, el demócrata enfrenta lo que podría ser la primera gran crisis de su mandato.

Poco a poco la frontera entre México y EU se convierte en el talón de Aquiles de la nueva administración norteamericana, con una nueva crisis migratoria que nos recuerda dolorosamente lo vivido bajo el gobierno de un viejo conocido de Biden, Barack Obama.

Y es que con la salida de Donald Trump muchos han visto la oportunidad para migrar a EU. Según cifras de la Patrulla Fronteriza en febrero las detenciones superaron las 100 mil, un aumento de 28% respecto del mes anterior; y marzo está en camino a una cifra récord con más de cuatro mil arrestos cada día.

Pero entre ellos hay grupos aún más vulnerables: los menores migrantes no acompañados, cuyos arribos se triplicaron en los últimos meses. Tan solo en enero llegaron a territorio estadunidense cinco mil 800 menores que viajaban solos, la cifra más alta en los últimos diez años. Para febrero ese número se elevó a nueve mil 400 y en lo que va de marzo están llegando 400 por día.

Como era de esperarse, en lo político tanto demócratas como republicanos se echan la bolita y lo único que queda claro es que no hay un plan para manejar el creciente flujo. Una vez más surgen los centros de detención temporales que tanto criticaron los demócratas. Eso sí: aún no hemos visto las jaulas de la era Trump. Esto sin tomar en cuenta que a raíz de la pandemia a todos los menores que llegan a la frontera se les coloca en cuarentena antes de revisar su situación, lo que genera saturaciones preocupantes.

Dilema

Muchos estrategas republicanos creen que el camino de regreso a las mayorías en el Congreso en 2022 pasa por el tema migratorio y quizá tengan razón. Pero estamos lejos todavía de la próxima cita con las urnas, por lo que el gobierno de Biden aún tiene tiempo de reconstruir el sistema migratorio desmantelado por Trump y sobre todo evitar los errores cometidos en su primer paso por los pasillos de la Casa Blanca cuando fungió como vicepresidente.

En el papel Biden tomó unas primeras medidas muy importantes en materia migratoria. Nadie puede negar que se trata de un giro de 180 grados. Sin embargo el dilema del demócrata radica en que la promesa de una política de inmigración más humanitaria —fundamental para su campaña— provoca un flujo que la administración encuentra difícil de controlar.

La semana pasada el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que el nuevo gobierno de su homólogo estadunidense despertó esperanzas para muchos centroamericanos que buscan emigrar, mientras que el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, fue aún más allá en una reciente entrevista en la que aseguró que Biden básicamente ofreció “una invitación gratis” a los migrantes.

Pero el interés de ambos líderes en las nuevas políticas migratorias sabemos que van mucho más allá. Todo en la política es quid pro quo.

La pandemia ahora da otro giro a las relaciones entre EU y América Latina, específicamente los principales países de origen de la migración. López Obrador es un crítico vocal de la inequidad global en la distribución de vacunas y no es ningún secreto que busca el apoyo estadunidense para obtener más dosis. Así que las negociaciones apenas comienzan.

Lexema Karl Marx decía que “la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”, y el caso de la crisis migratoria de menores no acompañados al parecer no será la excepción.