EL ARTE DE LA INACCIÓN

“Es precisamente lo que nos plantea un panorama poco alentador”.

Lucy Bravo
Columnas
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El precio de la inacción en torno del cambio climático es más evidente que nunca. El mundo experimenta intensas olas de calor que, según diversas proyecciones, serán más frecuentes y más brutales. Tan solo la semana pasada Gran Bretaña registró la temperatura más alta de su historia; Francia, Grecia, Portugal y España se enfrentaron a una serie de incendios forestales que ponen en riesgo su producción agroalimentaria; y el continente registró más de mil 700 muertes relacionadas con el calor después de semanas de sequía.

Pero el fenómeno no es exclusivo del viejo mundo. En Estados Unidos más de 100 millones de ciudadanos están bajo alerta, mientras que en China franjas del este alcanzaron temperaturas inusualmente altas en los últimos días.

A nadie debe sorprender lo que ocurre. De hecho, este sofocante verano llega en un momento en el que el mundo es en promedio de 1.1 a 1.3 grados Centígrados más cálido que en la época preindustrial.

Y mientras sigamos quemando combustibles fósiles y destruyendo los ecosistemas que almacenan carbono esto solo se pondrá peor.

“Esta es la consecuencia del cambio climático”, escribió en un tuit el alcalde de Londres, Sadiq Khan. “Hacer frente a la emergencia climática debe estar en la parte superior de la lista de tareas del próximo primer ministro”, agregó.

A su vez, al otro lado del Atlántico las históricas altas temperaturas en Texas a principios de este mes hicieron poco para disuadir a Joe Manchin, un senador demócrata, y a los republicanos de bloquear el paquete de medidas para combatir el calentamiento global del presidente Joe Biden.

Punto de ruptura

Y es precisamente la inacción de los líderes políticos del mundo entero lo que nos plantea un panorama poco alentador. Esto se debe a una simple y sencilla razón: el calor puede interrumpir todo. Desde la agricultura o la manufactura hasta el transporte. Tan solo la semana pasada las fábricas de la provincia de Zhejiang, en China, se vieron obligadas a racionar la energía para garantizar un suministro suficiente para el aire acondicionado de la zona residencial cercana.

En Europa la sequía ha dejado al río Rin, una importante ruta comercial, a centímetros de ser demasiado poco profundo para que las barcazas que transportan mercancías lo atraviesen. En Reino Unido, los trenes circularon con menos frecuencia por temor a que las vías se pandearan y la Royal Air Force tuvo que reorganizar los vuelos desde su base aérea más grande después de que se derritiera la pista.

Las crecientes olas de calor solo llevarán a las redes de energía hasta el punto de ruptura. Aunque muchas naciones europeas trabajan para alejarse de los combustibles fósiles, la combinación del intenso calor del verano y la escasez de energía derivada de la guerra en Ucrania amenazan con retrasar esta transición hasta que sea demasiado tarde.

En un mundo donde el cambio climático ocupa un lugar muy por debajo del Covid-19, la invasión rusa y la creciente inflación en la larga lista de pendientes, será muy difícil hacer frente a los desastres que se avecinan. Sobre todo cuando los desastres ocurren en muchos lugares a la vez.

Lexema El escritor Groucho Marx dijo que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Y claramente tenía razón.