EL BAILE DE PUTIN

“Si algo nos ha demostrado el ruso es que tiene toda la paciencia del mundo”.

Lucy Bravo
Columnas
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Twitter: @BravoLucy

La semana pasada se inauguraron los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín y junto con ello el encuentro que seguramente tiene muy nerviosos a varios en la Casa Blanca.

Mientras el gobierno de Joe Biden sigue firme en su postura del boicot diplomático a la justa deportiva en la que echó por la ventana la supuesta neutralidad política del deporte, China y Rusia aprovecharon la ocasión para enviar un mensaje muy claro (y no, no tiene nada que ver con las medallas que seguramente cosecharán): la relación entre Pekín y Moscú llegó para quedarse.

La pregunta que ahora nos hacemos todos es si estos juegos verán una repetición de lo que sucedió durante la justa olímpica de 2008, cuando Rusia invadió Georgia, antiguo país soviético; o en los juegos de Sochi 2014, cuando Vladimir Putin decidió que era buen momento para anexionar Crimea, una península de Ucrania.

Claramente los deportes olímpicos despiertan el apetito voraz del líder ruso y eso podría disgustar a su homólogo chino y amigo, Xi Jinping, al ver sus juegos opacados.

Todo esto sucede tan solo días después de que Biden aprobó formalmente un despliegue de tropas estadunidenses en Europa del Este, en una muestra clara de que la vía diplomática no funciona. ¿La razón? La división entre EU y la OTAN sobre cómo responder a los desafíos de Putin.

Recordemos que el líder ruso exige que la OTAN no se expanda hacia el este, retire sus fuerzas en los países que alguna vez fueron parte de la Unión Soviética y garantice que Ucrania nunca se unirá a la Alianza Atlántica. Los funcionarios estadunidenses y europeos descartan esas demandas como imposibles.

Estrategia

Queda claro que el Kremlin quiere enterrar el orden posterior a la Guerra Fría con una nueva arquitectura de seguridad europea que reconozca la esfera de influencia de Rusia en el espacio postsoviético. Más que la restauración de la Unión Soviética, el objetivo es la recuperación de lo que Putin considera como la Rusia histórica.

Sin embargo, mientras los estadunidenses creen que el líder ruso necesita una guerra en Ucrania para alcanzar sus metas, los europeos y los ucranianos piensan que lo que Putin realmente hará es una estrategia híbrida, es decir, mantener una presencia militar constante en la frontera, convertir el suministro de energía en un arma y lanzar toda clase de ataques cibernéticos.

Y es precisamente ahí donde muy probablemente pueda hacer el mayor daño, ya que a diferencia de una invasión bélica que termine por unificar a los miembros de la OTAN y a EU una guerra de baja intensidad solo terminará polarizando y paralizando al organismo. Mientras tanto, el Kremlin puede seguir afinando sus tácticas para avivar la inestabilidad al interior de Ucrania y eventualmente volver a colocar figuras prorusas en las cúpulas gubernamentales. Y si algo nos ha demostrado el ruso es que tiene toda la paciencia del mundo.

De cualquier forma, el triunfo hasta ahora ha sido de Putin. El simple y sencillo hecho de que haya no solo obligado a sus adversarios a sentarse a la mesa, sino dividirlos en el proceso, es un logro en sí mismo. Lo que suceda a partir de ahora, así sea un avance de uno o dos kilómetros más hacia el interior de Ucrania, muy probablemente termine por fortalecerlo.

Lexema Dice un viejo proverbio ruso que “si invitas a un oso a bailar, no eres tú quien decide cuándo termina el baile. Es el oso”. Y si algo nos ha demostrado esta crisis es que en 2022 Putin no tiene un adversario que pueda seguirle el paso.