EL DEBATE COMO ESPECTÁCULO

A diferencia de hace cuatro años Trump ya no goza del beneficio de la duda.

Lucy Bravo
Columnas
bravo (4).jpg

A varios días de la competencia de gritos, perdón, del primer debate entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden la resaca política quizá comenzó a desvanecerse, pero las lecciones que nos dejó semejante espectáculo no: fue como ver la debacle en vivo de una de las democracias más antiguas del mundo. Y el único perdedor fue Estados Unidos.

Pese a las ráfagas de insultos es difícil ver algún momento con el potencial de generar un cambio radical en la carrera. Y eso debería preocupar a los estadunidenses porque las encuestas de preferencia se han mantenido prácticamente igual a lo largo de toda la contienda. Sin importar la catastrófica gestión de la pandemia de Covid-19, la crisis económica, las tensiones raciales y los numerosos escándalos Trump sigue sin hundirse por completo y Biden continúa sin despegar lo suficiente.

El republicano perdió porque le ganó el estómago. Mientras que su contrincante le “ganó”, pero muy entre comillas, ya que lo único que logró fue mostrarse como el opuesto de Trump. De ahí en fuera no salió bien librado.

Sin duda el 3 de noviembre es y seguirá siendo un referéndum sobre Trump. Pero si el objetivo del republicano era ampliar su base electoral es poco probable que haya logrado su objetivo.

Es un candidato que permanece abajo en las encuestas y con diversos frentes abiertos. Tenía que ir por ese 7-10% de voto indeciso (en su mayoría mujeres blancas de los suburbios, sin estudios universitarios) y por ello se centró en su mensaje de la ley y el orden con respecto de los recientes disturbios por las protestas contra el racismo. Pero al perder la compostura y al negarse a denunciar a los supremacistas blancos corre el riesgo de ahuyentar a ese sector.

Daños

Si los votantes sintonizaron con la esperanza de aprender algo nuevo sobre los planes del hombre que podría dirigir al país en medio de una pandemia o sobre su carácter, seguramente se dieron cuenta desde el principio que estaban en el lugar equivocado. No obstante los republicanos ya salieron a defender lo sucedido argumentando que fue una gran victoria para Trump al dinamitar el debate para que el puntero, Biden, no lograra consolidarse.

Pero esto le hará más daño al mandatario a la larga, porque a diferencia de hace cuatro años ya no goza del beneficio de la duda y hoy hay más de 200 mil hogares con una silla vacía a causa del coronavirus. Hoy al menos 14% de los votos que lo respaldaron en 2016 ya no está seguro de volver a apoyarlo.

Los próximos debates tendrán que cambiar de formato radicalmente. No solo como se tiene previsto para que sea estilo town hall sino que permita al moderador apagar los micrófonos. Sería un error que Biden no acepte participar en otros debates o peor aún que se cancelen como algunos sugieren, porque esto sería admitir una derrota por completo del sistema electoral estadunidense. Si a esto sumamos que solo 22% de los ciudadanos de la Unión Americana cree que la elección será íntegra, simplemente hay demasiado en juego.

Lexema La palabra “debate” proviene del latín debattuĕre, que significa “discutir” o “combatir”, pero sabemos que al menos desde la Antigua Grecia se consolidó como uno de los caminos predilectos para la filosofía, la política y la democracia. Aunque ¿quién tiene tiempo para eso cuando se puede ver un espectáculo?