EL VIRUS ENTRE NOSOTROS

La pandemia alimenta el miedo, el racismo y la exclusión de los más vulnerables.

Lucy Bravo
Columnas
BRAVO (1).jpg

Ni en un millón de años hubiéramos imaginado que los sueños nacionalistas de distintos grupos alrededor del mundo se volverían realidad con la llegada de un nuevo virus: fronteras cerradas, organismos internacionales impotentes y un sistema económico mundial a todas luces vulnerable a la más mínima interrupción a las cadenas de suministro se convertirán en el caldo de cultivo perfecto para un aumento de las posturas de la extrema derecha en el mundo.

Nos guste o no la era del libre movimiento de las personas en un mundo globalizado se acabó y las fronteras no volverán a ser las mismas. Y mientras no exista una vacuna los gobiernos harán a un lado el falso debate que ha dominado las conversaciones sobre elegir entre la salud y la economía y se dedicarán a administrar la incertidumbre. Ejemplos suficientes tenemos de líderes que se han visto rebasados por la crisis y sus discursos transitan entre la ignorancia científica, la desesperación política personal y una flagrante negación de la realidad.

¿Pero acaso esto es algo nuevo? La pandemia alimenta el miedo, el racismo y la exclusión de los más vulnerables, es decir, el verdadero virus es uno social y existía mucho antes del Covid-19. El descontento político exacerbado con la llegada del populismo a los corredores del poder siempre estuvo arraigado en un deseo de reventar el sistema. Y como señala el diplomático Richard Haass no todas las crisis son un punto de inflexión. El coronavirus podría convertirse en un simple catalizador de las tendencias que hemos visto crecer en los últimos años, como la xenofobia, el desprecio a la ciencia y la proliferación de noticias falsas.

Prueba

En este contexto es difícil ver mucho entusiasmo para combatir, por ejemplo, el cambio climático, especialmente si se sigue percibiendo como un problema distante que puede dejarse de lado para abordar dificultades más inmediatas. El desempleo y el miedo a importar enfermedades aumentará la desconfianza hacia los migrantes y refugiados. Y en la medida en que las economías ya no puedan mantener a sus poblaciones las grandes olas migratorias colocarán a los países en un punto de colisión.

Nueva Zelanda, considerada un caso de éxito en lucha contra el coronavirus y una de las sociedades más liberales y abiertas del mundo, ¿permitirá que los migrantes ingresen libremente al país en el corto plazo? ¿Abrirá sin pestañear sus puertas a los aproximadamente cuatro millones de turistas anuales?

Históricamente los movimientos nacionalistas han podido ganar atracción en tiempos de dificultades económicas y desempleo masivo, y el mundo se dirige a una recesión económica sin precedente en los próximos meses. Y esa será la verdadera prueba para la humanidad, aunque las últimas semanas ya nos han demostrado que un virus social puede exacerbar uno biológico.

Lexema Cuando los antiguos griegos utilizaban la palabra “pandemia” la usaban para referirse al amor de Afrodita con el término “pandemos”, que significa “todos”. Pero en un recuento detallado de la Plaga de Atenas los mismos griegos comenzaron a utilizarla para referirse a un mal que aqueja a toda la población. Claramente la tragedia resultó más virulenta que el amor al prójimo.