INMUNIDAD GEOPOLÍTICA

De la noche a la mañana China dinamitó su principal vínculo con Occidente.

Lucy Bravo
Columnas
bravo.jpg

La creciente rivalidad entre Estados Unidos y China podría llegar a un punto de no retorno. El estallido de una pandemia global en plena guerra comercial entre ambas superpotencias no detuvo la escalada de tensiones. Todo lo contrario: las aceleró. Y ahora generan preocupación internacional ante la posibilidad de que la política se anteponga a la salud pública en la carrera por encontrar la vacuna contra el Covid-19.

Prueba de ello es que en menos de una semana EU pasó de acusar a China de robar información sobre una posible vacuna contra el coronavirus a cerrar de manera abrupta el consulado chino en Houston por una supuesta participación del cuerpo diplomático en esta red de espionaje científico.

Como era de esperarse, China prometió tomar represalias, calificando la medida de ilegal. Horas después de que la administración emitiera su orden al embajador asiático los empleados del consulado comenzaron a quemar papeles en barriles de metal en medio del patio de la sede diplomática en esta ciudad. Una reacción sospechosa, por decir lo menos.

De cualquier forma, este episodio forma parte de un patrón que caracteriza las relaciones entre China y EU desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Pero los líderes de ambas naciones tienen su propia agenda y la pandemia de alguna forma les ha obligado a tomar pasos más decisivos para demostrar su superioridad. El neoyorquino está inserto en una campaña electoral en una de las peores crisis de la historia de su país, mientras que su homólogo chino, Xi Jinping, se cansó de esperar para ocupar el lugar que cree que le corresponde en el escenario internacional y decidió dar un manotazo.

Visiones

De la noche a la mañana China dinamitó su principal vínculo con Occidente al implementar una nueva Ley de Seguridad Nacional que socava por completo la autonomía de Hong Kong. Más allá de que las continuas protestas de los ciudadanos de esta región administrativa especial se habían vuelto una vergüenza internacional para el régimen comunista chino, la pandemia dio al país asiático la oportunidad perfecta para implementar su visión nacionalista. Una visión donde la democracia no tiene cabida.

Como era de esperarse, la pandemia no escapa de la competencia geopolítica entre EU y China, principales promotores de las investigaciones al respecto. Pero quien lo logre primero gozará de un estatus sin igual en el tablero internacional. Lo que estos líderes olvidan es que el verdadero objetivo es acabar con la pandemia y esto no sucederá hasta que miles de millones de dosis se produzcan de manera asequible y se pongan a disposición de todos, en particular de los países de bajos ingresos.

Para muchos esta posibilidad luce imposible, sobre todo cuando tomamos en cuenta la cantidad de intereses vertidos en esta carrera. No obstante, la comunidad internacional debe entender que es la única solución. Los gobiernos, las compañías farmacéuticas y las organizaciones multilaterales deben trabajar en conjunto para desarrollar, producir y administrar la vacuna. Y sí, eso incluye a Trump y su America First. De lo contrario, la crisis no terminará.

Léxema La primera vacuna de la historia fue descubierta por el médico rural inglés Edgard Jenner en 1796 y servía para combatir la viruela al otorgar un cierto grado de inmunidad. Desafortunadamente, la política y la ciencia ya rara vez se mezclan en estos días y muchos líderes parecen inmunes a la razón y el diálogo para luchar contra esta pandemia.